PARASHAT "VAISHLAJ"
Génesis 32:4-36:43
Dr. Iair Paz*
Interpretación y comentario
En el punto máximo del drama previo al encuentro renovado entre Iaacov y Esav, Iaacov hace cruzar a los miembros de su familia a través del “vado del Iabok”: “Se levantó en aquella noche, tomó a sus dos esposas y a sus dos siervas y a sus once hijos y pasó el vado de Iabok”. (Génesis 32:23).
Dentro de los detalles, resalta la ausencia de Dina hija de Iaacov, recordada anteriormente y quién será protagonista del próximo acontecimiento en Shjem. Para explicar esta ausencia, viene el midrash (adaptado por Rashi) y resuelve el misterio: ”¿Y dónde estaba Dina? La ocultó en una caja y la cerró, para que Esav no pusiera en ella sus ojos”. Pero el comentarista no sólo resuelve el “enigma”, sino que también critica la conducta de Iaacov: “Y por eso fue castigado Iaacov, por haberla negado a su hermano, porque de esa manera quizás hubiera podido hacerlo retornar al bien; por eso Dina cayó en manos de Shjem”.
Esta explicación tranquilizó a este comentarista, pero generó inquietud y enojo en otro comentarista, tradicionalista-moderno, que vivió en Jerusalén a principios del siglo XX.
Pregunta el Rabino Moshé-Leib Shajor, en su libro “Avnei Shoham”: “¿Acaso por la dudosa posibilidad de que Dina hiciera retornar a Esav al buen camino, Iaacov debería haber arriesgado la vida de ella y entregársela a él como mujer?”. ¡¿Cómo se puede criticar a Iaacov?! Puesto que Esav (según el midrash) era una persona negativa, y ¿qué padre entregaría a su hija a un adúltero y asesino, sólo por la posibilidad de que “quizás podría hacerlo retornar al camino del bien”? ¡¿Un castigo tan cruel por decidir defender a su hija?!
La explicación del autor del “Avnei Shoham” está dada en un mundo de discusiones sobre la educación tradicionalista-moderna de Jerusalén de los siglos XIX y XX: “Hay dos caminos para que una persona eduque a sus hijos e hijas. Uno es la educación cerrada: Educarlos dentro de sus límites, bajo un cuidado estricto para que no tengan ningún contacto con el mundo que los rodea; y el segundo es la educación abierta: que estén en contacto con el mundo exterior, lo conozcan y sepan que es un mundo caótico y que no deben seguirlo”.
Iaacov no fue consecuente: En el encuentro con Esav “encerró a Dina”, pero en el encuentro con Shjem “salió Dina a ver a las hijas del lugar”, y por eso fue castigado.
Es decir, hay dos actitudes educativas legítimas: la educación moderna abierta y la educación conservadora cerrada, y cada una de ellas con sus ventajas y riesgos. Pero el padre que elige un caminoeducativo, debe ser consecuente.
Pasar de una actitud a otra, de la educación “cerrada” a la “abierta” puede llevar a una crisis de identidad o a una crisis educativa. La crítica contra Iaacov es por el paso de una actitud a otra con su hija. Mientras “la encerró en una caja” y evitó su encuentro con el mundo “caótico” de Esav, Iaacov no fue castigado y a Dina no le pasó nada. Sin embargo, cuando llegaron a Shjem, y de repente la niña tan cuidada “sale a la ciudad”, ahí viene la crisis y Dina es seducida y cae en manos de Shjem hijo de Jamor.
(Se podría agregar que este es un ejemplo del principio de que “el castigo es inmanente al pecado”, puesto que la desgracia fue consecuencia del cambio en la coherencia educativa. Iaacov y Dina pagaron el precio “natural“ de la transición de una educación “cerrada” a otra “abierta”).
Un comentarista moderno cuestionaría al Rab Shajor y le preguntaría por qué Dina es castigada por los errores de su padre, y por qué la culpa de la violación cae sobre Dina (y sus padres) y no sobre el violador, y construiría sobre eso un comentario moderno sobre la desaparición de Dina.
He aquí varios relatos alrededor de un solo versículo:
El autor bíblico, que se concentra en el relato de las doce tribus hijos de Iaacov-, y quiso destacar que Biniamín aún no había nacido, por lo que contó “once hijos”, sin la intención de discriminar a Dina (y sin necesitar el argumento del “editor negligente”...).
El exégeta del siglo V-VI, que vivió en una realidad existencial y literaria diferente, y quizás estaba preocupado por el problema de los casamientos elitistas o de la educación elitista de su generación, y por lo tanto criticó el “encierro” de Iaacov.
El comentarista del siglo pasado, que estaba preocupado por la educación moderna y los riesgos de “descomposición” de la juventud, pero se identifica con las ventajas de capacitar a los jóvenes para enfrentarse con el “mundo caótico”.
Y así, gracias a la pregunta: “¿Dónde estaba Dina?”, podemos nosotros lectores del siglo XXI-, acostumbrados a la lectura histórica y basada en múltiples estratos de la lectura semanal de la Torá, beneficiarnos con una amplia visión del desarrollo y la consolidación de este comentario de la lectura de la Torá.
* Jefe de Cátedra de la Carrera de Estudios sobre la Tierra de Israel en el Instituto Schechter de Estudios Judaicos en Jerusalén y Director de “Midreshet Ierushalaim”
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann