Parashat Truma,
Exodo 25:1-27:19
“El Eterno habló con Moshé (Moisés), diciendo: Habla a los Hijos de Israel y que tomen para Mí una ofrenda, de cada hombre cuyo corazón lo impulse a dar tomaréis Mi ofrenda. Ésta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata y cobre; y lana turquesa, púrpura y carmesí; lino y pelo de cabra; pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de tajash, madera de acacia; aceite para iluminación, especias para el aceite de unción y el incienso aromático; piedras de ónix y piedras para los engarces, para el Efod y para el Pectoral. Ellos Me harán un Santuario para que pueda habitar entre ellos"
Interpretación y comentario
Cuando Moshé estuvo en el Monte Sinai, cuarenta días y cuarenta noches dentro de una nube, Dios le mostró el modelo según la cual debería construir el Tabernáculo y sus elementos. Le fue dicho entonces:
“Harán ellos, en Mi Nombre, un santuario y Yo residiré entre ellos. Conforme con todo lo que Yo te hago ver a ti, la forma del Tabernáculo y la forma de todos sus enseres; y así lo habréis de hacer”; “Mira y hazlo de acuerdo con su forma, como lo que se te está haciendo ver en la montaña”.
La esencia de este modelo dado por Dios a Moshé en la montaña, fue motivo de estudio durante muchas generaciones.
Las fuentes - como los escritos de Filón de Alejandría y de Flavio Josefo, los midrashim y otros- sacaron el modelo del Tabernáculo, sus elementos y el orden del ritual de su contexto simple y señalaron la relación entre “la construcción del Tabernáculo” y “la Creación del mundo”.
Efectivamente, muchos indicios de esta relación aparecen en la Torá, en el libro de Génesis -en la descripción de la Creación-, y en el libro de Éxodo, en el relato de la Revelación en el Monte Sinai y en las instrucciones para la construcción del Tabernáculo.
En el relato de la Creación del mundo, está escrito que “en seis días Creó Dios los cielos y la tierra”. En el relato de lo ocurrido en el Monte Sinai, está escrito que “durante seis días una nube cubrió la montaña”, y sólo en “el séptimo día” fue llamado Moshé para recibir la Torá y el modelo del Tabernáculo. Y en el final de la “construcción del Tabernáculo”, se recuerda que una nube -que representa la Presencia Divina- cubría el Tabernáculo.
Buber destaca que el Dios que Creó el mundo y Colocó en él a los seres humanos, les Ordenó montar una Tienda donde Él se iba a establecer entre ellos. Según sus palabras: “Porque la Creación del mundo es la Revelación-inicial, así llega el secreto de la Creación a la nube de la Revelación. Y el ser humano es llamado a convertirse en “socio de Dios” en el acto de la Creación“.
Kasuto, Buber y Nejama Leibovitz destacaron la conexión de las palabras y los paralelismos en los libros de Génesis y de Éxodo, como prueba de la relación entre el significado del Tabernáculo y de la Creación. Ellos destacaron que el verbo “hacer” se usa siete veces en el relato de la Creación, y cerca de doscientas veces en la construcción del Tabernáculo.
La acción humana es puesta frente a la acción Divina, y el énfasis está en el hecho de que el Tabernáculo fue construído por manos humanas pero no según la visión humana, sino según el modelo que Dios Mostró a Moshé en el Sinai.
Según Filón, el mundo todo es el verdadero Santuario de Dios, y el modelo del
Tabernáculo hecho por Moshé según la orden de Dios, simboliza la creatividad Divina. El Arca del Pacto es el centro de santidad del Tabernáculo al incluir en él los Diez Mandamientos. El Arca cubierta de oro por dentro y por fuera, simboliza el mundo descubierto y visible conocido mediante los sentidos- como también el mundo oculto, que puede ser conocido solamente mediante la razón. Sobre la cobertura del Arca llamada “caporet”- se encuentran dos seres alados llamados “keruvim”, puestos uno frente al otro, y simbolizan las dos mitades de los cielos: una que está sobre la tierra, y otra por debajo de ella. Filón destaca que ellos describen, mediante una alegoría, los dos atributos superiores de Dios: el atributo de la Creación y el atributo del Reino. El nombre “Elohim” refleja el atributo con el que Él Diseñó, Hizo y Preparó el Universo; el nombre “Señor” refleja el atributo del Reino con el cual Él Gobierna a las creaturas. El candelabro colocado al sur indica los movimientos de los astros, que giran en sus órbitas desde el sur. Los siete brazos del candelabro simbolizan los signos del zodíaco. El candelabro, como el sol, se encuentra en el cuarto lugar desde el centro, y da luz a los tres que están sobre él y debajo de él.
La mesa del pan tiene significado cosmológico, según Filón. Está puesta al norte y sobre ella, el pan, según el numero de meses del año, en dos líneas paralelas de seis, comparadas a las épocas importantes del año: La primavera en la cual los árboles comienzan a dar frutos-; y el otoño, en la cual maduran los frutos y comienza la siembra.
Una interpretación similar aparece en los escritos de Flavio Josefo. En su libro “Antigüedades Judías”, las instrucciones para construir el Tabernáculo y sus elementos fueron una imitación del mundo. La división de la tienda en tres partes y la entrega de dos de esas partes, respectivamente, a los cohanim y a las personas simples, simbolizan la tierra y el mar abiertos para todas las creaturas.
La tercera parte es el “Kodesh Hakodashim” el Santuario Sagrado-, sólo para Dios, y simboliza el cielo, que no está abierto para los seres humanos. Las doce porciones de pan representan los meses del año. Las siete partes del candelabro de oro, se comparan a los setenta planetas. Los paños del Tabernáculo, compuestos por cuatro tipos de hilos, representan los cuatro fundamentos. El barro simboliza la tierra de la cual crece el lino; el púrpura simboliza el mar, enrojecido por la sangre de los peces. El celeste, simboliza el aire y el rojo, el fuego.
Ideas similares sobre la relación simbólica entre el Tabernáculo, el mundo celestial y la Creación del mundo, se pueden encontrar también en midrashim, en poemas hebreos y en las creencias judías y cristianas.
* Jefe de la Cátedra de Artes en el Judaísmo, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén.
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann.
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