Shavuot

 

 

“Y celebrarás la fiesta de las semanas, primicias de la cosecha de trigo”, dice el texto bíblico al respecto de esta fiesta en Shemot - Exodo 34.22. Y a continuación indica que Shavuot es, junto con Pesaj y Sucot, uno de los tres regalim (réguel, en hebreo: “pie” o “pierna”), las “fiestas del peregrinaje” en que los hijos de Israel se reunían yendo a pie a Jerusalén, para alegrarse en el Templo ante el Señor. En Shavuot se ofrendaban allí las primicias del trigo y de otros frutos que maduraban temprano y en Sucot, fiesta final de la cosecha, se presentaban los demás. En otro pasaje se define a Shavuot directamente como Iom Habicurim, “Día de las Primicias” (Bamidbar - Números 28.26). El Talmud a veces se refiere a Shavuot llamándolo Atzéret, fiesta de la “conclusión”, tomando en cuenta que con esta fiesta en que comienza la cosecha de trigo, se acaba el período iniciado siete semanas antes con la siega del primer omer de cebada.

Recepción de 1a Torá: otro motivo de Shavuot está expresado en el nombre de “Zemán matán toraténu” con que la fiesta es llamada en algunas plegarias: el “tiempo de la entrega de nuestra Torá”. Los Diez Mandamientos: como no podía ser de otra manera, la lectura de la Torá en la mañana de Shavuot consiste en aquellos capítulos de la misma en que figuran los Diez Mandamientos (o “Decálogo”), y se cuenta cómo Dios los entregó al pueblo de Israel. En resumen, los dos capítulos enteros de Shemot - Exodo Caps. 19 y 20. Y dentro de este marco solemne, el texto del Decálogo (Aséret Hadevarim o Aséret Hadibrot, en hebreo) está enunciado en el capítulo 20, desde el versículo 2 en adelante. (Aquí tenemos que acotar que la división de los Diez Mandamientos en versículos, y la numeración consiguiente de los mismos, no es uniforme en todas las ediciones del Tanaj, y tanto menos lo es en sus traducciones del hebreo a otros idiomas).

Ya desde los tiempos antiguos ha llamado la atención de todos, tanto rabinos creyentes como estudiosos laicos (e incluso no judíos) de la Biblia, el hecho de que en una segunda versión del Decálogo que la misma Torá nos presenta más adelante en el quinto Libro de Moisés (Devarim - Deuteronomio 5.6 - 17), diversos pasajes de estos Diez Mandamientos no concuerdan con el original del libro Shemot (Exodo). A simple vista podemos descubrir muchos detalles diferentes en la repetición del texto que Moisés hace, unos cuarenta años después en esa segunda versión.

El mandamiento que más sobresale por tales diferencias es el cuarto, el del día sábado, que en su versión de Exodo empieza con la palabra Zajor (“¡Recuerda!” el día sábado), mientras que en Deuteronomio dice Shamor (“¡Observa!” o “¡Guarda!” el día sábado). Y en la subsiguiente argumentación del por qué del descanso sabático, los dos textos también difieren diametralmente: Exodo da un motivo histórico-teológico-universalista (“Porque en seis días hizo el' Eterno el cielo, la Tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el séptimo día”), mientras que en Deuteronomio seaduce una razón de igualdad social y una evocación nacional: “Para que tu escIavo y tu sierva descansen como tú; y recordarás que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y el Eterno tu Dios te ha sacado de allí con mano fuerte y con brazo extendido”.

La ofrenda de las primicias: en la primera mitad del capítulo 26 de Devarim - Deuteronomio, está prescrita la ceremonia de la ofrenda de las primicias, tal como debía celebrársela en el Templo. Y también figura un breve texto -síntesis de la Historia judía desde la época de los patriarcas hasta la salida de Egipto y el establecimiento del pueblo de Israel en la Tierra Prometida- que debían recitar ante el sacerdote los fieles que acudían, portadores de la ofrenda. Posteriormente, ya destruido el Templo de Jerusalén y dispersos los judíos por la Diáspora, Shavuot y sus primicias todavía siguieron ejerciendo algo de su influencia en la vida religiosa judía. Así, llegada esta fecha, la sinagoga era adornada con flores, ramas y hojas verdes. Y en las escuelas judías se organizaban desfiles simbólicos, en los que los niños eran portadores de canastos que contenían los diversos frutos de cada país. Sólo que, por lo general, estos frutos no eran de la propia cosecha, sino adquiridos en el mercado.

En algunas sinagogas modernas de las corrientes conservativa y reformista -vale decir, las no ortodoxas- se suele efectuar en Shavuot la ceremonia colectiva de Bat Mitzvá (mayoría de edad) de todas las niñas que cumplen doce años (a semejanza del Bar Mitzvá de los varones cuando cumplen trece).  

Los detalles de cada ceremonia todavía no están fijados con precisión por tradición alguna, y por eso las normas varían de comunidad en comunidad: qué plegarias recitan las niñas en la oportunidad, qué texto bíblico leen, con qué fórmula las bendice el rabino, etc. En el moderno Estado de Israel, con sus centenares de kibutzim y moshavim, esas colonias agrícolas colectivas donde se trabaja la tierra, vuelven a efectuarse los tradicionales desfiles de Shavuot con frutos cultivados por el mismo labriego que trae la ofrenda. Algunos lo hacen dentro de un marco de tradición religiosa, y otros, como mera ceremonia agrícola.

De este modo, la fiesta de Shavuot ha recuperado en Israel buena parte de la importancia y del carácter agrícola que revestía en los tiempos antiguos. La diferencia radica que en vez de ofrendarlas a los sacerdotes, ahora las primicias son enviadas a hospitales o a otras instituciones de bien público; a veces también se las vende, y se entrega el importe así obtenido al Keren Kayemet Le-Israel, el “Fondo Agrario de Israel”. En la tradición hogareña, Shavuot suele recordarse además sirviendo como platos principales comidas lácteas de una amplia gama de variedades, acompañados de algunos manjares dulces. Se atribuye esta costumbre a la definición de “tierra que mana leche y miel” que el texto bíblico da en diversos pasajes acerca del país que Dios prometió a los hijos de Israel (poe ejemplo. en Shemot - Exodo 3.~; 13.5, etc.).

(Extraído del libro “Fiestas y tradiciones judías” del Prof. Heriberto Haber z”l, Editorial Aurora).

 

Lecturas de Shavuot: El Libro de Rut

 “Yo iré donde tu vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Di-s será mi Di-s. Y moriré donde tu mueras y allí seré enterrada. Que Di-s me castigue si logra separarme de ti algo que no sea la muerte”. 

La cercanía de Shavuot nos invita al pequeño ejercicio de leer el texto de Meguilat Rut ubicando a la mujer en el centro de nuestra lectura. En este caso el desafío será relativamente fácil ya que la voz femenina es oída a través del texto, prácticamente en cada instante. 

Comencemos observando que Rut no es la única mujer de esta historia. Ya en el comienzo del libro queda clara la existencia de otra figura dominante, la de Noemí. 

Noemí esposa de Elimélej, aparece mencionada por primera vez con relación a su marido, pero su protagonismo comienza justamente después de la muerte de éste. Y en un instante se revierten los roles, Noemí regresa a la tierra de la cual había salido junto a su esposo, y algunas interpretaciones dicen que de hecho fue castigada por no impedir a su marido que abandonara la Tierra de Israel en época de hambre. Conforme a las normas de la Halajá, la mujer puede oponerse a que el marido la obligue a abandonar la Tierra de Israel (Shuljan Aruj, Even Haezer 75, 3—4). Tal es la importancia de la permanencia en la Tierra de Israel que puede considerarse una causa de divorcio cuando una de las dos partes de la pareja desea emigrar a la Tierra de Israel y la otra no. Noemí no se opone a la salida del país ni a la aculturación de los hijos, quienes terminan casándose con mujeres moabitas, Ofra y Rut. Si bien algunos consideran que la desgracia que le acontece al perder al marido y los hijos está relacionada con esta falta, preferiría una línea interpretativa un poco más sensible a las relaciones humanas. Pese a que en el texto del libro de Rut las relaciones en esa familia no están descritas en detalle, como en todas, seguramente eran muy complejas. 

Tratemos de imaginarnos la escena de una mujer que pierde a su marido y a sus hijos y se encuentra totalmente desposeída y desprotegida en un país extranjero. Noemí, tiene la fuerza de emprender el camino de regreso. Hay quienes querrán ver en ese acto debilidad y no fuerza, sin embargo, Noemí no quedó paralizada. Frente al duelo por pérdidas menores, muchos quedan inmovilizados, Noemí, saca fuerza de flaquezas y actúa. Ese hecho significa valor. Pero, Noemí demuestra mucho dominio y valentía para regresar al espacio social del que había partido rica y prestigiosa y al que regresa prácticamente “sin nada”. 

El libro Rut bien podría ser el de Noemí. 

El libro es de Rut, tal vez por que Rut asume aún mayores compromisos y riesgos. 

Rut, que bien podría haber permanecido con los suyos, elige partir. Elige cambiar. Aquí se plasman sus características y su capacidad de transformar, de actuar, de renovarse y de elevarse espiritualmente. Una tenue trama casi invisible la une con Ester, con quien comparte los textos canonizados, y que a su tiempo y circunstancias debió enfrentarse con dificultades que también la forjaron y le dieron la fuerza para decidir por sí. Ester y Rut, están unidas en la búsqueda de su identidad. Ambas optan por ser judías cuando bien podrían haber elegido no serlo. Rut cuando proviene de un pueblo extranjero repudiado por los israelitas por una acción anterior. Ester, nacida judía, lleva dos nombres: Hadasa (Mirta), su nombre judío, y Ester nombre común entre los asimilados de entonces. Hoy, Ester y Noemí son nombres judíos típicos, como homenaje a quienes los portaron con orgullo. Rut y Ester arriesgaron en su elección parte de su propia vida. Sus inicios en el judaísmo no son rituales sino existenciales. Ester que había ocultado su identidad, podría haber continuado con la farsa, después de todo, la había ocultado para candidatearse para ocupar el lugar dejado por Vashti, la soberana del imperio. Nada perdería de la complaciente vida en el palacio si hubiera mantenido el silencio. De pronto, activa y valientemente, se presenta con su verdadera identidad al soberano y ayuna durante tres días y tres noches. Tal vez, fueron esas jornadas significativas de recogimiento y reflexión de las que va a salir decidida y fortalecida para poder actuar comprometidamente. Pone en peligro sus privilegios y su vida para iniciar el camino solidario con su pueblo. 

La transformación de Rut es todavía más radical. De la ajenidad a la pertenencia. De ser extranjera a ser parte del cuerpo social. De un destino lejano a asumir el nada simple destino histórico del pueblo judío. No es sólo el destino de Noemí el que eligiera. Con él, recibía su fe y su destino nacional. Rut corta con la casa materna, como Abraham con la suya y se incorpora al pueblo por elección y por fe. Rut se convierte en el paradigma de quienes eligieron a lo largo de la historia, incorporarse al pueblo judío guiada por una convicción inquebrantable y no por la conveniencia o la moda, ni siquiera por amar a un hombre. En ese sentido más bien parecería ser lo contrario, el hecho de incorporarse al pueblo hace que recaigan sobre ellas normas familiares y legales que hasta ese momento les eran ajenas. Y, por lo tanto, está dispuesta a ser tomada por Boaz. Si bien no hay duda que éste es un acto económicamente conveniente para ella y su suegra, no fue el móvil de la conversión si no su consecuencia. 

Volvamos al relato: “Entonces las dos mujeres siguieron caminando hasta llegar a Belén. Apenas llegaron, hubo gran conmoción en todo el pueblo a causa de ellas”. 

El texto no nos dice que hablaron durante el camino desde Moab a Belén. Quizás caminaron en silencio, cada una dentro de sus ideas. Lo que es seguro compartieron largas horas de deambular por el desierto. En un principio Rut no habla, sino que se aferra a Noemí, el término hebreo utilizado es el de dabká, que podríamos traducir como se “pegó” o se “adhirió”, o sea, la primera reacción no lleva palabras... más aún, el término hebreo es utilizado generalmente para manifestar la comunión espiritual, así en el Deut. 4: 4 “vosotros que habéis seguido unidos al Señor, estáis todos vivos”, la palabra hebrea del texto es dbekim, de la misma raíz que dabká, de lo cual queda claro que la “adherencia” de la que se trata no es física. No se aferró físicamente, como podríamos imaginarlo en la escena de la despedida, sino como lo plantea el texto inmediatamente: se unió a su pueblo y a su fe. 

Como sabemos, Boaz se casa finalmente con Rut. 

Al acercarnos al final de la historia, es hora de reflexionar acerca de algunos puntos. 

El libro de Rut tiene contrastes y paralelismos. Podemos notar en él, la relación diferente de las mujeres hacia Noemí al principio y al fin del relato. También el repudio que sienten por Rut, al principio que luego se convierte en elogios. Allí también las protagonistas son mujeres. Podemos detenernos en la relación con las nueras, personajes independientes cada una, que van en busca de sus propios destinos. Una eligiendo lo lógico, Rut, afectivamente. Rut debe enfrentarse al encargo de su suegra de presentarse frente a un Boaz que no la ha mirado siquiera, y a quien debe intentar seducir. Y lo logra. 

Noemí lleva silenciosamente el yugo de su sufrimiento y se une al sufrir de su nuera. También Rut se mantiene en el silencio femenino tan conocido en otros textos y que nos obliga a llenarlo con nuestras propias palabras y pensamientos. Sólo es elocuente cuando elige su destino. Allí pareciera libera todo el sentir reprimido. Quien habla sin parar es el personaje masculino Boaz, quien parece necesitar explicar y hacer, hacer y explicar, pretendiendo ocupar el centro de la acción de la que fue desplazado por las mujeres. 

Rut y Noemí, que supieron aceptar el dolor con amor, que encontraron maneras de superar el duelo y la desesperación, la angustia y la depresión, son inscritas en la historia como ejemplos de un modelo de mujer, acerca del cual difícilmente nos hubiéramos sabido imaginar, sin leer el texto del libro. Mujeres, que en la lucha por sus derechos, se animaron también a acciones que todavía en nuestros días, a 3000 años de distancia, se ven como temerarias. 

Vale la pena releer el texto en esta fiesta. 


 

Viaja a Israel desde Madrid por El-AL