TETZAVÉ
Shemot – Éxodo 27:20-30:10
Dra. Tamar Kadari*
Interpretación y comentario
La fiesta de Purim se acerca y con ella los disfraces. También nuestra parashá se ocupa del asunto de las vestimentas. Sobre las vestimentas de Aarón está escrito en la parashá: “Y habrás de hacer ropajes sacros para Aarón, tu hermano, para gloria y esplendor...Y éstos son los ropajes que habrán de hacer: un pectoral y un efod y un manto y una túnica bordada, una tiara y un ceñidor. Habrán de hacer ellos ropajes sacros para Aarón, tu hermano y para sus hijos, para servirme a Mí”. (Éxodo 28: 2 y 4).
¿Por qué la Torá ordena al Cohen Hagadol -el Gran Sacerdote- vestir vestimentas ornamentadas? ¿Acaso el Santuario no era un lugar que debía expresar una relación espiritual entre Dios y el pueblo de Israel? ¿Acaso una persona que sirve a Dios necesita de aquellos símbolos exteriores? El midrash y los comentaristas bíblicos se enfrentaron con estas preguntas y propusieron diferentes respuestas.
El concepto de las vestimentas para Israel
El Rabino Naftalí Tzví Iehudá Berlín (1817-1893), escribió en su libro “Ha'emek Davar”:
“Para gloria y esplendor .Y eran las vestimentas (para Aarón) de utilidad, puesto que a los ojos del pueblo de Israel simbolizaban la gloria y el esplendor, y así entendían que Dios lo valoraba y merecía estar cerca de la Providencia”.
Según esta explicación, las vestimentas especiales incentivaban al pueblo de Israel a valorar y honrar al Cohen HaGadol. Las vestimentas de Aarón eran como un uniforme, que indicaban su posición dentro del pueblo. Dios no las necesita, pero los seres humanos, sí. Ellas ayudaban a los hijos de Israel a servir a Dios, al fomentar en ellos la sensación de honor hacia el Cohen HaGadol que los representaba ante Él.
El concepto de las vestimentas para Aaron
Otra postura se expresa en el midrash Shmot Rabá 38: 3-5:
“El Santo Bendito Sea Honró a Aarón al vestirlo como los ángeles (enviados de Dios), como está escrito: “Porque un enviado del Dios de los Ejércitos es.” (Malají 2:7)...Le dijo El Santo Bendito Sea a Moshé: “Y habrás de hacer ropajes sacros para Aarón, tu hermano, para gloria y esplendor”, y todo eso es por mérito de la Torá por la cual se esforzaba, como está escrito “Los sabios heredarán honra...” (Proverbios 3: 35).”
Este midrash presenta a las lindas vestimentas como un regalo para Aarón. Las vestimentas son una exteriorización de algo interno y representaban el interior de Aarón, que era un enviado de Dios y un sabio. Las vestimentas también podían actuar de manera contraria y recordar a Aarón los altos valores personales que eran exigidos para sus funciones en el Santuario.
El concepto de las vestimentas para Dios
Otra idea aparece en Shmot Rabá 38:8:
“Y ésta es la cosa que habrás de hacerles (Éxodo 29:1): la palabra “ze” (“ésta“) equivale a 12. Y eran doce las piedras que estaban sobre el corazón de Aarón y en ellas los nombres de las tribus. ¿Qué significa? Que El Santo Bendito Sea las observaba, y observaba la vestimenta del Cohen en su ingreso al Santuario en Iom HaKipurim y Recordaba los méritos de las tribus”.
Según este midrash, la vestimenta de Aarón era parte de una ceremonia, en la que cada detalle simbolizaba cosas más allá de sí mismo. Las piedras de la pechera y la vestimenta del Cohen tenían el objetivo de recordar a Dios los méritos de las tribus, para que en Iom Kipur agracie al pueblo de Israel.
Vimos que el tema de la vestimenta es complicado. Influye sobre las personas de acuerdo a la manera en que observan a quien las lleva puestas, influye sobre la persona que la viste, y a veces simboliza cosas más allá de sí misma.
Finalizaremos con el tema de Purim. A lo largo del relato de la Meguilá, Ester “se disfraza” y oculta su verdadera identidad. El momento cúlmine llega cuando ella entra al palacio del Rey vestida con ropas reales para pedir misericordia para su pueblo. Sobre esto está escrito en Bereshit Rabá 56:1:
“Y fue en el tercer día y vistió Ester su vestimenta real. (Ester 5:1): Vistió la vestimenta real de la casa de su padre”.
Según el midrash, Ester vistió ropas reales persas, pero en realidad “vistió” la identidad interior de la Casa Real judía. Ester se presenta por primera vez como representante de su pueblo y con eso arriesga su vida. Ella se encuentra en aquella situación gracias a las acciones de sus padres, pero este mismo hecho se transformará en una señal en sí mismo que marcará a las próximas generaciones. Su impresionante firmeza se constituye en el punto de inflexión de la Meguilá, y a partir de ahí en adelante, vendrá la salvación. Por lo tanto, de manera paradoxal, el hecho que puso en peligro su posición como Reina, la transformó en la verdadera Reina de la Meguilá.
* Profesora de Midrash y Agadá, Instituto Schechter de Estudios Judaicos y Universidad Bar Ilán.
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann |