PARASHAT "TAZRIA - METZORÁ" |
Parashat Tazria Vaikrá 12:1-15:33Rabina Daniela SzusterCongregación B´nei Israel, Costa Rica
Nuestra responsabilidad sobre la educación judía de nuestros jóvenes La primera parashá de esta semana, Parashat Tazria, nos ordena que cuando nace un hijo varón: “en el día octavo, habrá de ser circuncidada la carne de su prepucio” (Vaikra 12:3). El Talmud nos enseña que ésta es una de las tantas obligaciones de la familia para con sus hijos: “El padre está obligado de cuidar de que su hijo sea circuncidado, de redimirlo, de enseñarle la Torá, buscarle esposa y enseñarle un oficio. Algunos dicen que debe enseñarle a nadar. Rabí Judá dice: quienquiera que no enseñe a su hijo un oficio, se considera que le ha enseñado a robar” (Talmud Babilónico, Tratado Kidushin 29a). Este pasaje talmúdico nos enseña que los progenitores deberían preocuparse de diferentes aspectos de la vida de sus hijos: “El padre está obligado de cuidar de que su hijo sea circuncidado”, como nuestro patriarca Abraham hizo con su hijo Itzjak, debemos también nosotros, por medio del ingreso al pacto, otorgarle una identidad, un legado de valores y forma de vida. “…de enseñarle la Torá…”, dicen las fuentes (Lejem Mishné, Hiljot Talmud Torá 1:3) que los progenitores mismos tienen que enseñarle, pero si no saben, puede contratar a alguien experto para que lo haga en su lugar. Este pasaje nos indica acera de la importancia que nuestros hijos reciban educación judía. “…buscarle esposa…”, se trata de la preocupación de los padres por la continuidad de la tradición formando un hogar judío. “…enseñarle un oficio…”, con el fin que pueda ser autónomo, independiente y abastecerse, tener una función, un trabajo digno. Capacitarlos para desempeñarse en la vida laboral. “…enseñarle a nadar…”,en la modernidad diríamos que es bueno para la salud y destreza corporal, sin embargo, los sabios se referían específicamenteen caso que su hijo esté en el mar y esté en peligro, pueda salvar su vida Todas éstas no son obligaciones elegidas al azar. Después de darle ingreso formal al pueblo hebreo a través de los rituales vinculados al principio de la vida, debemos educarlos. También tendríamos que preocuparnos por su propia continuidad ayudándolos a formar sus familias. Además, garantizarles su independencia capacitándolos para desempeñarse en la vida laboral. Y por si fuera poco, tenemos que orientarlos en los cuidados más básicos de su existencia. A mí entender, hoy en día, en nuestras comunidades, nos preocupamos y somos responsables en la mayoría de éstos aspectos. Logramos exitosamente que nuestros hijos sean educados, tengan una identidad, una profesión, trabajen, sean independientes, etc. Sin embargo, creo que existe un aspecto que solemos abandonar y que deberíamos mejorar. Me refiero a la educación judía de los jóvenes. Somos muy buenos en educar a nuestros niños pero cuando éstos crecen y se hacen más grandes, dejamos su educación judía al azar, como si todo lo que les enseñamos hasta los doce o trece años, fuera suficiente. Como se suele decir, el ser Bar o Bat Mitzvá es el comienzo de una nueva etapa y no el final. Tradicionalmente, los padres se desligaban de sus responsabilidades para con sus hijos a esta edad, siendo éstos autónomos e independientes. Ya trabajaban, se podían casar, ser testigos, etc. Pareciera ser que somos bastante estrictos con esta costumbre, pero solamente en relación a la educación judía de los jóvenes. Al recitar el Bircat Hamazón, luego de circuncidar a un hijo, se incluye la siguiente frase:“Harajamán bendiga a la madre, al padre y al hijo”…”y que tengan el privilegio de verlo crecer y educarlo…” Los sabios se preguntan: ¿Por qué se habla primero de verlo crecer y luego educarlo?, ¿No tendría que ser a la inversa? ¡Desde pequeño se educa a los hijos! Rabi Ioshua Leiv Diskin responde diciendo que generalmente es bastante fácil educar a niños pequeños. En cambio, padres y maestros se encuentran en dificultades cuando deben educar a los jóvenes, cuando estos niños ya han crecido. Por eso decimos en la Seudá del Brit Mila: Sea tu voluntad que los padres puedan educar a sus hijos en el camino de la Tora y la tradición, también cuando sean grandes, y no sólo de niños. Es un gran desafío, no obstante, es nuestro deber educarlos también cuando son jóvenes. Justamente en la etapa de la vida en la que pueden pensar más profundamente, en la que pueden ser más cuestionadores y desarrollar su intelectualidad judía, es cuando necesitamos que estén dentro de la comunidad. Aun cuando nuestros hijos ya son Bar o Bat Mitzvá, en la adolescencia, somos responsables de su educación judía. Es posible que ellos no la prioricen, sin embrago, así como les hacemos entender la importancia que tiene en sus vidas hacer algún deporte, aprender un idioma o un instrumento; con más razón, deberíamos explicarles y demostrarles la importancia de que continúen con el estudio, la práctica y el fortalecimiento de su identidad judía. En cada una de las congregaciones de la UJCL existen espacios en los que nuestros jóvenes son invitados a participar e involucrarse, así como los majanot de la UJCL. Entonces no dejemos que su educación judía sea echada al azar así como no lo hacemos en los años previos al Bar o Bat Mitzvá. Los invito a que juntos logremos que nuestros jóvenes tengan un lugar relevante en la congregación, que se sientan tan a gusto como nosotros. ¡Shabat Shalom!
Parashat METZORÁ Por el Rabino Mario Gurevich,
Hay algo de maravilloso en nuestro continuo leer y releer la Torá, y esto es el descubrimiento de nuevos significados. El texto no se agota con la descripción y comprensión del sentido literal, sino que con este comienza apenas la exploración de sentidos subyacentes y más profundos. Tal vez sea esa la diferencia entre un texto divino y otro humano. Es más, la propia experiencia acumulada del lector va modificando su óptica de lectura; el texto no cambia pero sí nuestro nivel de comprensión. Una primera lectura de nuestras dos parashiot de esta semana las hace aparecer como un tedioso y obsoleto tratado de dermatología primitiva. Numerosas enfermedades de la piel son catalogadas y se suministra a los sacerdotes algunas pautas de diagnóstico. Se establecen cánones de aislamiento para aquellas que son contagiosas, y pautas sacrificiales para celebrar las remisiones espontáneas. Pero cuando nos aproximamos al vasto mundo de los comentarios y el Midrash, el texto adquiere una riqueza insospechada. Valga como ejemplo de esta afirmación la extensa disquisición sobre la lepra y su necesidad de aislamiento. Lo primero que llama la atención es la poco común palabra utilizada para lepra, Metzorá, cuando la habitual es Tzarua. Los comentaristas opinan que la palabra Metzorá puede ser dividida en dos: Motzi (shem) ra, que aunque sin conexión con la original le da un contexto muy ilustrativo: maledicencia, calumnia, Lashon Hará. Y el vínculo entre la lepra y el chisme se vuelve más claro cuando se trae a colación el ejemplo de Miriam, la hermana de Moisés, quien fue castigada con la lepra por el delito del chisme, por haber convertido un asunto de familia (o un resentimiento de familia) en un tema de debate público. Valga agregar aquí que, una vez conocida la falta y su castigo, la cura vendrá también mediada por la palabra. La oración de Moisés por la curación de Miriam, famosa por ser la más breve de la historia, nos da la dimensión adecuada del poder de la palabra, ya para la destrucción, ya para el bien: “Señor, por favor, cúrala”. En un momento, el árido texto sobre la lepra se vuelve un magnífico debate sobre el poder de la palabra y su uso responsable. El aislamiento del enfermo se ve vinculado al aislamiento real que sufre la víctima del chisme y la calumnia; el esposo separado de la esposa por cuenta de ello, el individuo aislado de su amigo o de su sociedad por causa de lo mismo, y se entiende como castigo por la falta o como consecuencia de la misma. Ninguna falta es comparable a la calumnia, ya que sus victimas son no solo aquel de quien se habla, sino también el que la escucha o transmite, así como quien la emite en primer lugar. Para nuestros sabios, la capacidad humana de hablar es lo que hace al hombre semejante a Dios. Cuando él le insufla a Adán aliento de vida, lo convierte en le nefesh jaia, un ser viviente. Pero Onkelos, el antiguo traductor al arameo, traduce esta frase como “un hombre que habla”. Aprendamos de todo esto el respeto a la palabra, a evitar a toda costa las faltas provenientes de la violencia verbal, y a celebrar y cultivar nuestra extraordinaria capacidad de crear a través de la palabra, tal como lo hizo Dios. Shabat Shalom, Rabino Mario Gurevich
Temas de estudio Mitzvot relacionadas con la parashá Tazría166. Los procedimientos respecto a la impureza de la mujer que pare Metzorá173. Purificación del tzaraat de tipo conocido
Parashá del Sefer Torá Lee aquí la porción de Tzaria-Metzora del Sefer Torá ó lee en el siguiente enlace igualmente la porcion de la parasha Tzaría-Metzorá en la fuente de http://www.tora.org
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Viaja a Israel desde Madrid por El-AL |