PARASHAT "PINJAS"

PINJAS
Bemidbar – Números 25:10-30:1

Por el Rabino Joshua Kullock,
Comunidad Hebrea de Guadalajara, México

Parashat Pinjas nos encuentra finalizando ya con el cuarto libro de la Torá. En esta porción aparecen varios temas importantes, como ser el episodio de Pinjas y su reacción frente a los hechos que se habían sucedido, la historia de las hijas de Tzelofjad y la herencia de las tierras, otra aparición de todas las ofrendas que se debían realizar, y la designación de Ioshua Bin Nun como el sucesor de Moshé.

Y es sobre este último tema que hoy vamos a hablar. La Torá nos cuenta que Ds le dice a Moshé que suba al monte en donde morirá para contemplar primero toda la tierra que sería del pueblo, y luego descansar en paz. Frente a este pedido, y antes de poder despedirse de toda la congregación, Moshé le pide a Ad-nai algo fundamental, que nos demuestra, una vez más, la grandeza del líder de Israel. Así dijo Moshé:

“Designe Ad-nai – Ds de los espíritus de toda carne – a un hombre sobre la congregación. Que pueda salir delante de ellos, y que pueda venir delante de ellos; y que los pueda sacar y que los pueda traer. Para que no sea la congregación de Ad-nai cual ovejas que no tienen pastor” (Bemidbar 27:16-17).
¿Quién mejor que el mismo Moshé para hablar de las características de su sucesor? Habiendo ya liderado durante largos años al pueblo, con razón pide Moshé un pastor que los pueda conducir. Según Itzjak Abrabanel, este conductor tenía que ser valiente para indicar el camino y no como un cordero que sigue a su pueblo, ya que por el contrario, éste debía marcar rumbos para su pueblo.

Y quizá el dato que más nos llama la atención es que, al momento de designar al continuador de la obra de Moshé, no haya aparecido el nombre de sus hijos en absoluto. Los hijos de Moshé no son tenidos en cuenta para heredar el liderazgo de su padre, y es sobre Ioshua en donde la conducción recae.

Cuenta el Midrash (Bemidbar Rabá) que Moshé le insinuó a Ds que sus hijos tenían el derecho de heredar la conducción del pueblo, de igual manera que las hijas de Tzelofjad habían podido heredar las tierras que les correspondían. Sin embargo, D’s le contestó a Moshé que sus hijos no se habían ocupado de estudiar Torá, y que era Ioshua quien le había sido fiel siempre, y por esta razón era él quien debía ocupar el lugar del nuevo líder.

Y en este Midrash es donde podemos aprender y comenzar a entender lo que nuestros Sabios quisieron decir con: “mantente dispuesto a estudiar Torá, pues no te es dada como una heredad” (Abot 2:17). Moshé finalmente comprendió que el liderazgo no podía ser dado a sus hijos por el solo hecho de que él era su padre. Y como el Midrash dice, los hijos de Moshé no se ocuparon de estudiar la Torá, ni estaban comprometidos personalmente con el mensaje, los valores y las ideas centrales del pueblo de Israel.

Así como Moshé comprendió que la conducción no se podía heredar, es como hoy nosotros debemos comenzar a entender que no es solo por herencia que debemos estudiar Torá y cumplir Mitzvot. Si seguimos el camino que nos marca la idea de haber heredado todo lo que tenemos, estaremos afirmando que nuestra única relación con lo que cumplimos es debido a que ‘así lo hacían nuestros antepasados’.

Nuestras vidas solo podrán llenarse de sentido cuando podamos entender que es necesario nuestro compromiso para que eso suceda. No sirve el heredar y repetir de manera sistemática pero descreída prácticas de antaño, sino que debemos trabajar por renovar día a día nuestra identidad. Solo podremos forjar una identidad judía fuerte si a diario nos ocupamos de ir colocando ladrillos, consolidando los cimientos de nuestro ser.

Moshé vivió su vida construyendo. Ioshua también. Y fue gracias a construir cotidianamente que pudo ser él el encargado de la conquista de la tierra de Israel. Solo cuando construimos podemos aspirar a concretar nuestros sueños e ideales. Ladrillo a ladrillo, paso a paso, sin apurarnos, tomando solo lo que podemos sostener, en un proceso largo, pero siempre continuo. Es este el desafío al cual nos enfrentamos en esta semana.

Que podamos entonces hacer de nuestro judaísmo, no solo el resabio de una heredad milenaria, sino el compromiso de un pacto que se renueva día a día.

Shabat Shalom,

Rabino Joshua Kullock

 


 

 

Interpretación

Nuestra parashá está llena de contradicciones, así como nuestra vida. Por un lado, en la segunda parte de la misma leemos acerca de las órdenes de Dios a Moshé sobre los sacrificios. Hay una larga descripción -que tal vez puede llegar a cansarnos- de los sacrificios que el pueblo de Israel debía ofrecer diariamente, en Shabat, Pesaj, la fiesta de las Primicias, el día del Estruendo del Shofar, Iom Kipur, Sucot y Shmini Atzeret (Números 28-29). Por otro lado, la parashá incluye narraciones especiales: el final del relato de los celos de Pinjás (Números 25:11-18) y el relato sobre las hijas de Tzlofjad (Números 27:1-11).
Por un lado, en la parashá hay una visión de rutina y de algo constante, que se expresa en la lista de los sacrificios. Frente a esta visión, hay algo único y sorprendente, que se expresa en los relatos de Pinjás y de las hijas de Tzlofjad.
Lo constante - los sacrificios en la época del Gran Templo de Jerusalem, o los rezos y los preceptos de nuestra época- da el marco rutinario a nuestra vida judía. Pero esta rutina, aunque vital, puede aturdir nuestros sentidos si se hace sólo como parte de la obligación de cumplir un precepto, o sea, sin kavaná, sin intención. Por otro lado, lo único y sorprendente tiene un potencial de matizar la rutina y enriquecer la vida, pero sólo si está dentro de límites claros.
Analicemos dos acontecimientos de nuestra parashá: Pinjás recibe, aparentemente, aprobación a su acción de celos en las palabras de Dios al inicio de la parashá: “Habló Adonai a Moshé diciendo: Pinjás, hijo de Elazar, hijo de Aarón el sacerdote, ha hecho retroceder Mi furor de sobre los hijos de Israel al celar él Mi celo en el seno de ellos; y no exterminé a los hijos de Israel por Mi celo. Por lo tanto, di: He aquí que Yo le confiero a él Mi Pacto de Paz. Y será para él y para su descendencia en pos de él, pacto de sacerdocio perpetuo, a cambio de lo que ha celado por su Dios y ha expiado por los hijos de Israel”. (Números 25:10-13). Como se puede ver en la impresión del texto bíblico, la letra “vav” de la palabra “shalom” está cortada, no está completa. Parece que esto viene a indicar que la acción de Pinjás no es un hecho que debe volver a repetirse para lograr la paz. Y así, hubo entre Nuestros Sabios quienes argumentaron que Pinjás no actuó según la voluntad de los sabios del pueblo, sino por sus propios celos. Sus acciones son únicas y quien actúa por celos, como Pinjás, merece ser censurado.
En contraposición al relato de Pinjás, se encuentra en nuestra parashá el relato de las hijas de Tzlofjad. En la larga lista de relaciones de parentesco que separa a los relatos de Pinjás y de las hijas de Tzlofjad, hay dos versículos que se distinguen: “Pero Tzlofjad hijo de Jefer no tenía hijos sino hijas; y el nombre de las hijas de Tzlofjad era: Majla y Noa, Jogla, Milka y Tirtza” (Números 26:33).
La lista de las familias que es citada según los padres de cada familia (Números 26), es detallada con el objetivo de dividir la herencia de la tierra de Israel a las tribus y familias, y destaca el hecho de que las hijas de Tzlofjad no pudieron heredar porque la tierra iba a ser dividida sólo entre los hombres.
¿Qué hicieron las hijas de Tzlofjad? ¿Cómo tomaron la decisión de acercarse a Moshé, Elazar y los ancianos? El midrash completa el vacío del texto: “Se acercaron las hijas de Tzlofjad: Al escuchar las hijas de Tzlofjad que la tierra iba a ser dividida por tribus y no a las mujeres, se reunieron todas para consultarse. Dijeron: La misericordia de Dios no es como la de los seres humanos; los seres humanos sienten más misericordia hacia los hombres que hacia las mujeres, pero la misericordia de Dios es igual para todos, como está escrito: “Y Su misericordia sobre todas Sus acciones” (Salmos 145)“. (Sifrei Pinjás, 133).
El midrash cuenta que ellas se acercaron unas a las otras para consultarse, y basándose en la fe que tenían en el hecho de que Dios se apiada de igual manera de los hombres y de las mujeres, se dirigieron a Moshé de manera agresiva: “Danos a nosotras posesión entre los hermanos de nuestros padres”. Moshé se dirigió a Dios. La respuesta que recibió fue: “La hijas de Tzlofjad están diciendo lo correcto”. Y como consecuencia del pedido de las hijas de Tzlofjad, se determinó la ley para todas las generaciones: “Un hombre cuando muriere e hijo no tuviere, habréis de transferir su herencia a su hija”. Y esta ley se instituyó.
Y es así que la fe de las hijas de Tzlofjad en el hecho de que la misericordia de Dios es para todos de manera igualitaria, es la fe que motiva a mujeres y hombres de nuestra época a realizar esfuerzos para romper la rutina de las situaciones impuestas contra las mujeres. Claro ejemplo de ello son las actividades en favor de las mujeres a las cuales se les niega el guet, el divorcio, en las Cortes Rabínicas de Israel. Ojalá que todos podamos transformar lo único y sorprendente basado en la justicia a algo rutinario, como ocurrió con el caso de las hijas de Tzlofjad. Así sea Su Voluntad.

* Jefe de Cátedra de Educación Judía y Educación Social, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén

Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann


Mitzvot

400. Leyes referida a las sucesiones
401. Korbanot temidim (perpetuos) a diario
402. Korbán Musaf de Shabbat
403. Korbán Musaf de cada mes
404. Korbán Musaf de Shavuot
405. Hacer sonar el Shofar en Rosh HaShaná

 

 


Viaja a Israel desde Madrid por El-AL