PARASHAT "KI-TISÁ" El becerro de oro (circa 1896-1902 acuarela por James Tissot ) |
KI-TISÁ Shemot – Éxodo 30:11-34:35 Dr. George Savrán* Interpretación y comentario
El pecado del Becerro crea una crisis tan grande hasta el punto en que pone en duda la relación entre Dios y los hijos de Israel. Moshé trata aquí de lograr dos cosas: el perdón de Dios hacia el pueblo y la Presencia de Dios a lo largo de la travesía en el desierto. Al principio, no hay una respuesta clara de Dios, sino que Él deja su decisión sobre el destino del pueblo para un momento posterior, bajo la promesa de enviar un ángel que irá delante del pueblo en el desierto. Esta última promesa representa una ofensa no sólo para el pueblo, sino también para Moshé, al objetar su posición como único enviado e interlocutor ante Dios. El relato continúa (Éxodo 33:12) cuando Moshé pregunta quién va a liderar al pueblo, como si no hubiera escuchado la determinación anterior de Dios sobre el ángel. A eso agrega Moshé la recordación del amor de Dios hacia él de manera personal: “Tú has dicho: Te distingo por nombre y también has hallado gracia en Mis ojos”. A pesar de que eso es cierto, sorprende que Moshé -el humilde- hable así sobre sí mismo. Al final de sus palabras, en el versículo 13, Moshé agrega otra cosa que no parece tener relación: “Y mira que este pueblo es Tu pueblo”. ¿Cuál es la relación entre esto y el asunto del amor de Dios hacia Moshé? ¿Y cuál es la relación entre ese amor y el perdón Divino? Veremos que en el versículo 14, Dios acepta el pedido de Moshé, al decir: “Mi presencia habrá de ir y te concederé reposo a ti“. Pero hay algo que no parece totalmente correcto, porque Moshé se opone y dice: “Si Tu presencia no ha de ir con nosotros, no nos hagas ascender desde aquí”. Se da aquí una gran importancia a los pronombres, porque de ellos sabremos que la aceptación Divina al pedido de Moshé fue sólo parcial. La aceptación de liderar se refirió sólo a Moshé “y te concederé reposo a ti”, mientras que Moshé lucha por el destino de todo el pueblo: “no nos hagas ascender desde aquí”. La estrategia de Moshé se nos revela con mayor claridad cuando Dios acepta su pedido recordando Su amor hacia Moshé. Moshé aprovechó el cariño de Dios para obligarlo a aceptar el liderazgo sobre todo el pueblo. Estudio y análisis Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén. “Pero habiendo visto el pueblo que tardaba Moshé en descender de la montaña, se congregó el pueblo contra Aarón y le dijeron: Levántate, haznos Elohim que vayan delante de nosotros, porque a éste, Moshé, el hombre que nos hizo ascender desde la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha ocurrido. Les dijo a ellos Aarón: Desprended los zarcillos de oro, los que están en las orejas de vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestras hijas y traédmelos a mí. Se desprendieron, todo el pueblo, de los zarcillos de oro que estaban en sus orejas y se los trajeron a Aarón. Lo tomó en su mano y lo moldeó en molde, e hizo de él un becerro de fundición. Dijeron ellos: Éstos son tus Elohim, Israel, los que te hicieron subir desde la tierra de Egipto”(Éxodo 32:1-4).
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