PARASHAT "Emor" |
EMOR Vaikrá – Levítico 21-1 24-23 Por el Rabino Pablo Berman, La imposibilidad de desconectarnos Siempre me resulta muy significativo leer que el texto de la Torá, cuando nos habla acerca del Shabat y de las festividades, cuando nos da fecha exacta de cada uno de estos momentos sublimes de ese encuentro con Di’s, debe aclararnos: Kol melejet avodá lo taasu, “no realizareis ninguna labor de trabajo”. ¿Por qué el texto, por qué Di’s mismo debe aclarar al ser humano que deje de trabajar en un momento tan especial de encuentro entre Di’s y la persona? ¿Hace falta que me diga que no trabaje? Si es un momento de espíritu, de encuentro, sea la época que sea, en el Templo de Ierushalaim o en nuestras Sinagogas, si me voy a encontrar con lo más sublime, ¿debe aclararme que pare de hacer cosas? Sí, debe aclarármelo, porque el hombre no se detiene, o para cuando nuestro cuerpo no da más, o cuando quiere y por las cosas que quiere. Pero si el asunto es una responsabilidad espiritual, si el motivo para dejar de producir es llevar adelante rituales antiquísimos que no producen ninguna ganancia, entonces la cosa es muy diferente. La Torá se cansa de repetir una y otra vez, kol melejet avodá lo taasu. No hagas cosas, no produzcas, reúnete con los tuyos, con tu familia, y has una vez a la semana, y 22 días más en el año si sumamos todas las festividades, un encuentro con el espíritu, con la esencia de cada uno de nosotros. Shabat y festividades; no son para hacer lo que uno quiera. Porque claro, me dirán, yo lo hago en la playa, en la montaña, en mi casa. No es lo mismo, no es hacer lo que yo quiera. La búsqueda de esa esencia es con la tefilá, junto a la comunidad, junto a la lectura del texto de la Torá. No digo que esté mal, digo que esa no es la búsqueda de la tradición judía, no es la intención del texto de la Torá cuando nos dice: “no realizareis ninguna labor de trabajo”. Tanto Shabat como las festividades judías deben ser para nosotros un desafío constante, cada vez que tenemos la posibilidad única de vivirlas. Siempre digo lo mismo, pero no está mal repetir imágenes que nos hagan ser más conscientes de la riqueza que tenemos en la tradición judía. Veo siempre con asombro el amor y el profundo respeto que tienen tantos grupos evangélicos por nuestras fuentes y nuestras festividades; hablan con tanto afecto del Shabat, preguntan si a pesar de no ser judíos pueden llevarlo a cabo. Y nosotros, que tenemos ese tesoro, dejamos que se nos escurra de las manos. Se pregunta el Rabino Kushner, ¿cómo nos definimos? ¿Nos definimos principalmente por el trabajo? ¿O nos definimos principalmente por nuestra humanidad, por nuestra capacidad de celebrar, santificar el tiempo, compartir momentos especiales con nuestras familias? Pensemos acerca de esto, reflexionemos. Al proclamar la Torá las festividades, nos dice el texto: Ele moadei Ad-onai mikraei kodesh. “Estas son las festividades designadas por Di’s, convocaciones santas”. Mikraei kodesh. Mikra, viene de la palabra en hebreo que tiene que ver con “llamado”, pero también con “declaración”, como si la Torá nos estuviese diciendo: debemos convocar y declarar que la festividad, que ese tiempo, es santo para Di’s y para nosotros como Pueblo Judío. Cuando juntos compartimos una mesa de Shabat o de Pésaj, o de Shavuot, cuando compartimos la comida y vestimos ropas festivas en honor a ese día, estamos declarando que ese día es santificado y, por sobre todas las cosas, diferente al resto de los días. Hagamos un Stop en Shabat y en las Festividades Judías, y aprovechemos el infinito valor que nos transmite la Torá en cada generación. Shabat Shalom, Rabino Pablo Berman Este comentario de la Parashá es realizado por la Unión Judía de Congregaciones de Latinoamérica y el Caribe y puede ser reproducido citando su origen.
Interpretación y comentario La parashá “Emor” comienza con la santidad de los cohanim, del Santuario y de sus objetos sagrados (capítulos 21:1 a 22:33) y es la continuación directa de la parashá “Kedoshim”, que trata de la santidad de la persona perteneciente al pueblo de Israel. En la parashá “Emor” se da a los cohanim los preceptos que los limitan para cuidar su santidad como servidores de Dios, donde el punto máximo es la santidad del Cohen haGadol, sobre quien recaen limitaciones especiales. La parte que trata de la santidad de los cohanim, del Santuario y de sus objetos sagrados, concluye de manera festiva: “Habréis de cuidar Mis preceptos y los cumpliréis, Yo soy Adonai. Y no habréis de profanar el Nombre de Mi Santidad, y seré santificado en el seno de los hijos de Israel, Yo Soy Adonai, El que os santifica”. (Levítico 22:31-32). El texto utiliza el verbo “y seré santificado” de manera pasiva, o sea, que recibe la acción. Esto significa que Dios se transforma en Santo como consecuencia del cumplimiento de los preceptos en manos del pueblo y de los cohanim. La orden para toda persona de los hijos de Israel y de los cohanim de “ser santos” implica el cumplimiento de los preceptos y las leyes. La santidad no surge de manera directa por el hecho de la elección del pueblo de Israel por Dios y de la santidad de Dios, sino del hecho de completar esa santidad -a partir de esa elección-, a través del cumplimiento de los preceptos y de las leyes que Él entregó. De esta manera, el texto une a Dios, al pueblo de Israel y a la santidad, todos juntos. Más aún, el versículo: “Habréis de cuidar Mis preceptos y los cumpliréis, Yo soy Adonai”, vuelve varias veces en el “Libro de la santidad”. La repetición de este versículo permite considerarlo como el versículo guía del “Libro de la santidad”. Aquí, en la parashá “Emor”, el mismo cierra el tema de la santidad de los cohanim, en particular y todos los capítulos sobre la santidad de la persona del pueblo de Israel, en general. Del análisis de los versículos que se repiten, se ve que los mismos contribuyen a aumentar la idea sobre las acciones del pueblo. La primera vez, Dios ordena al pueblo de Israel una vida de santidad. Todos los hijos de Israel juntos como pueblo, deben vivir una vida de santidad que se expresa en el cumplimiento de los preceptos y de las leyes. La tercera vez, Él agrega una amenaza: Si no cumplen con las leyes y normas y no viven una vida de santidad “os vomitará la tierra a la cual Yo os traigo para habitar en ella”. La tierra de Israel es un lugar sagrado y exige una vida de santidad, o sea, el cumplimiento de todos aquellos preceptos y leyes. “Y habló Adonai a Moshé diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Estos son los plazos señalados por Adonai, los que habréis de proclamar días sagrados. Esas son mis celebraciones”. (Levítico 23:1-2). El Tabernáculo representa el lugar de encuentro entre Dios y el pueblo. En el lugar sagrado -el Tabernáculo- se encuentra la oportunidad de encontrarse con Dios. En la parte sobre las celebraciones, el término “moed” “plazo” refiriéndose a fiesta, día sagrado o tiempo determinado, viene de la raíz de la palabra “encuentro” que aparece en el libro de Éxodo. Los plazos sobre los cuales se habla en la parte referente a las celebraciones están en tiempo futuro, como está escrito: “Habló Adonai a Moshé diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando vengáis a la tierra... habréis de traer el omer, la primicia de vuestra cosecha al cohén”. (Levítico 23:9-10). De aquí se puede aprender que el término “moed” “plazo”, no se refiere a lugar, sino a tiempo. Así como los hijos de Israel se encuentran con Dios en un lugar determinado y sagrado -el Tabernáculo-, así también ellos se encuentran con Él en fechas determinadas y sagradas, o sea, las fiestas. En síntesis, se puede decir que en la parashá “Emor” se encuentran tres santidades: la santidad de la persona, del tiempo y del lugar. Estas santidades no son obvias, sino que hay que cuidar y cumplir las leyes y normas que Dios dio a los hijos de Israel para vivir una vida de santidad. Una vida de santidad que incluye las leyes entre el ser humano y su prójimo, y no sólo las leyes rituales. Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras. Temas de estudio Mitzvot relacionadas con la parashá Emot 263. Que no se impurifique el cohen simple con un muerto, excepto por los siete familiares cercanos
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Viaja a Israel desde Madrid por El-AL |