Nos encontramos con uno de los momentos más impactantes de la Torá. En Génesis 32:25 Iaakov, antes de reencontrarse con su hermano Esav, va a pasar la noche en soledad “Iaakov se quedó solo. Entonces luchó un hombre con él hasta despuntar el alba”.
¿Quién es este hombre misterioso que pelea con nuestro tercer Patriarca? ¿Un Malaj, un angel, un enviado de Ds, Ds mismo?
Hay una interpretación muy especial respeto a esta lucha que tiene Iaakov. Hay quienes interpretan que, en realidad, no estaba luchando contra un Malaj, sino que la batalla era contra sí mismo, contra sus propios “demonios», sus propios fantasmas, sus propios miedos y dificultades.
Antes de reencontrarse con su hermano, a quien años antes había engañado y de quién esperaba represalias, tenia que reconciliarse consigo mismo y era imprescindible enfrentar esta gran lucha interna. La lucha duró muchas horas. No salió indemne, emergió herido. Pero después de esto a Iaakov le es cambiado el nombre: “¡No más Iaakov será llamado tu nombre, sino Israel pues has luchado con una fuerza Divina y con los hombres, y has prevalecido!” (Gen 32:29). Iaakov, luego de su pelea interna, pasó a ser quien estaba destinado a ser verdaderamente, el padre de una nación.
De alguna manera todos enfrentamos, antes de los momentos mas importantes de nuestras vidas, a estas luchas internas en donde emergen «demonios y fantasmas», y no nos queda otra alternativa que pelear, hacerle frente. Aun sabiendo que podemos salir heridos.
Pero en ese momento, si nos atrevemos a pasar por esa experiencia, lo que puede llegar a surgir de nuestro interior podría ser mucho mejor que nuestra “versión anterior”. Y podría también colaborar a que alcancemos nuevas metas y nuevos sueños, quizás jamás imaginados por su grandeza, al apreciarnos a nosotros mismos fuera de espacios conocidos. Incluso podríamos llegar a conocer a nuestro verdadero yo. La clave es animarse, poder ser un poco más nosotros mismos.
Que Ds nos brinde el impulso necesario para dar ese pequeño paso en los instantes de desiciones complicadas, que nos puede abrir las puertas a nuevos universos. Y que podamos vivir el proceso con alegría.
Shabat shalom.
Con cariño y afecto.
Fernando Lapiduz.
Referente Rabínico de la Congregación Masortí Bet-El, Madrid.