Estamos cada vez más cerca del final del Libro de Genesis, y a partir de ahora nuestro protagonista será Iosef.
Es conocido por todos el relato en el que Iosef recibe una túnica de colores de su padre. Esto provoca los celos y la furia de sus hermanos quienes, finalmente, lo arrojan a un pozo para dejarlo abandonado a su suerte. Al respecto dice nuestra parashá:
Vaikajúhu vaiashliju oto habora, vehabor reik, ein bo maim.
Lo agarraron y lo arrojaron al bor (pozo) y el bor estaba vacío, no tenía agua.
Un “bor” es un pozo para recolectar agua de lluvia, puede estar vacío o no (a diferencia de “beer” que se utiliza cuando se hace referencia a un pozo con agua en su interior, como un aljibe conectado a un manantial subterráneo).
¿Por qué la Torá aclara dos veces que “el bor estaba vacío, no tenía agua”?
Rashi trae una interpretación, basándose en el Talmud, diciendo que lo que esta frase quiere enseñar es que en realidad el foso no tenía agua, aunque sí tenía serpientes y escorpiones.
El agua siempre ha sido en nuestra Tradición el símbolo de todo lo bueno y anhelado, de la Brajá, de la suma de las bendiciones. Mientras que las serpientes y escorpiones son todo lo contrario.
Esta parashá nos trae un mensaje muy potente. ¿Con qué vamos a colmar nuestros “pozos»?
¿Con pensamientos positivos, buenas intenciones, acciones constructivas? O por el contrario, con envidia, celos, disputas…
En nuestra parashá vemos como los mismos hermanos de Iosef, cegados por la envidia y los celos, lo arrojaron a un pozo buscando su desaparición.
Esto es toda una metáfora para aprender cómo podemos nosotros llenar nuestros «pozos» de vida.
¿Cómo nos conectamos con los demás? ¿Cuales son los proyectos que hacemos para el bien o mal de los otros?
Si esos proyectos van a estar cargados de intensiones negativas, como es el caso de los hermanos de Iosef, el proyecto difícilmente prospere.
Sin embargo, si nutrimos a nuestro pozo con aguas de bendición, con pensamientos positivos, con buenas intenciones, con “maasim tovim”, con actos de generosidad, con proyectos para el bien común, para el bien de la sociedad en la que vivimos, seguramente la brajá vendrá a nosotros desde el Cielo, colmarán nuestra existencia y tendremos un futuro arraigados a la Fuente misma de la vida.
Ds quiera que nuestros proyectos y nuestras energías estén siempre enfocadas en cosas positivas, que nuestra existencia se asemeje mas a un “beer” con aguas de bendición y se aleje del “bor”, porque la vacuidad puede siempre colmarse de “serpientes y escorpiones”, que nunca serán constructivos para nuestra existencia ni de quienes nos rodean.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom.
Rab Fernando Lapiduz
Congregación Masorti Bet-El, Madrid.