Nuestro tercer Patriarca Yaakov está pronto a fallecer y dedica sus últimos momentos de vida a bendecir.
Luego de dirigir una bendición a sus nietos Efraim y Menashe, convoca a todos sus hijos. La Tora retrata este momento: “Yakov llamó a sus hijos y dijo: reúnanse y les diré qué les sucederá al final de sus días”.
Yaakov hace futurología. Me sentí un poco identificado como padre, cuando quiero evitarle algún “mal” a mi hijo debido a que “ya se de antemano lo que va a pasar”.
A ti que eres padre o madre, ¿te ha pasado alguna vez?
Me pregunto, ¿por qué limitar las experiencias de nuestros hijos limitándolas a las que fueron nuestras propias experiencias? ¿Por que no permitirles ser Kelim/vasijas que reciban todo lo que el Cielo tiene para ellos? Tanto lo bueno, como lo que nosotros pensamos que no lo es.
La Tora misma nos enseña que, para poder recibir lo que Ds tiene preparado para nosotros y nos da, debemos ser como un recipiente.
La Mística judía trae una enseñanza muy profunda, que cuando se creó el mundo, toda la fuerza de Ds estaba concentrada y se liberó de repente, pues esos recipientes no podían contener Su grandeza, tal vez algo como el Big Bang, una enorme primera explosión que los científicos indican como inicio del Universo. Y la misma Mística judía dice que en ese instante hubo Shvirat Hakelim, se quebraron los recipientes. Y agregan que nuestra función en el mundo es Letaken, reparar esos Kelim/recipientes que contenían la fuerza de Ds a través de los recipientes que son nuestra propia vida, a través de lo que hacemos.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom.
Rab Fernando Lapiduz.
Congregación Masorti Bet-El, Madrid.