Todos conocemos el famoso relato de las diez plagas que cayeron sobre Egipto, luego de las cuales, los Bnei Israel se liberaron de la esclavitud. De esa manera comenzaron el breve recorrido por el desierto hacia la Tierra Prometida, que, tras el episodio de los “Meraglim”,se iba a transformar en largos cuarenta años.
En la parashá de esta semana vemos cómo fueron las primeras siete de aquellas plagas: sangre, ranas, piojos, animales dañinos, muerte del ganado, llagas, granizo.
Hay algo curioso respecto a las primeras tres. Para que comiencen, una vara golpea el agua y el polvo de Egipto. ¿Cuál es el vínculo entre estos episodios y el valor de la gratitud?
Los Sabios relatan que debido a que el agua y el polvo de Egipto beneficiaron a Moshé en el pasado, no fue él quien generó estas plagas, sino su hermano, Aharón.
Un Midrash (Shemot Raba 10) nos enseña:
¿Por qué Moshé no golpeó el agua para generar las plagas de sangre y ranas?
El Santo, bendito sea, dijo a Moshé:
Con respecto al agua que lo protegió cuando fue arrojado al Nilo, es inapropiado que lo golpee. Prometo por tu vida que será golpeado solo por Aharón.
“El Señor dijo a Moshé: Di a Aharón: Extiende la vara y golpea el polvo de la tierra y se convertirá en piojos” (Éxodo 8:12).
Rabí Tanjum dijo: El Santo, bendito sea, le dijo a Moshé: Con respecto al suelo que te defendió cuando mataste al egipcio y lo enterraste en la arena, no es apropiado que lo golpees.
Por lo tanto, Aharón efectuó estas tres plagas de sangre, ranas y piojos.
De acuerdo a este midrash fue la justicia divina la que determinó que sea Aarón quién realice estas plagas. Desde el mismo Cielo se nos transmite la importancia de la gratitud. Un valor básico que muchas veces se nos pasa por alto.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom.
Fernando Lapiduz.
Referente Rabínico y Guía espiritual de la Congregación Masorti Bet-El, Madrid.