Muchas veces definimos “religión” como sinónimo de “ritual” o “plegaria”. Sin embargo, se nos olvida a menudo que todos tenemos normas éticas de comportamiento frente a nuestro prójimo que deben respetarse. Alguien que reza a diario es tan “religioso” como aquel que se cuida de no lastimar a la otra persona, no solamente a través de sus acciones, sino también con su palabra.
En el Judaísmo, cultivar y cuidar nuestro vínculo con el resto de las personas es un valor central, tal como lo haríamos con nuestro tesoro más preciado.
De la misma manera que existen normas que rigen nuestros hábitos de vestimenta (Tzniut), de alimentación (Kashrut) y fiestas religiosas, en el Judaísmo también son fundamentales las normas que rigen nuestro comportamiento con respecto al prójimo y son tan importantes y sagradas como las demás, por ejemplo: juzgar siempre para bien, no guardar resentimiento, no transgredir con nuestras palabras, procurar el bienestar del otro, evitar la discordia.
Nuestra Parashá, Toldot, nos trae un ejemplo en este sentido del cual podemos aprender.
Dice la Torá en el cap 28 de Bereshit:
וַיִּקְרָא יִצְחָק אֶֽל־יַעֲקֹב וַיְבָרֶךְ אֹתוֹ וַיְצַוֵּהוּ וַיֹּאמֶר לוֹ לֹא־תִקַּח אִשָּׁה מִבְּנוֹת כְּנָעַן׃
“Llamó Itzjak a Iaakov y lo bendijo; y le ordenó lo siguiente: no habrás de tomar esposa de las hijas de Canaan.”
Nos enseña el Jafetz Jaim ¿cual es la mejor manera de reprender o llamar la atención a alguien?
Aquí nos relata la Torá que Itzjak llamó a su hijo Iaakov para decirle que él no quería que tome a una mujer como esposa de las mujeres de Canaan pues entendía que no eran mujeres adecuadas para su hijo. Pero antes de decirle lo que no tenía que hacer, antes que nada, lo bendijo. Recién después de haberlo bendecido es que le dice que no incurra en ese comportamiento.
Cuando una persona quiere reprender o le quiere llamar la atención a otra de mala manera, seguramente no va a lograr su cometido. Y aun si lo llegase a lograr, va a generar una mala vibra, habrá dañado los sentimientos de su prójimo, habrá socavado los cimientos del vínculo que los une.
Pero si en lugar de eso tu lo llamas, y antes que nada lo bendices, y reconoces las cosas buenas que esa otra persona trae a tu vida, o a otra vida, o al universo, ese simple paso va a provocar un cambio en ti, en tu pensamiento y por ende en tu manera de dirigirte a él o ella.
Y si a continuación le demuestras que realmente te preocupas por su bienestar, que realmente quieres lo mejor para él o ella, y después de esa «bendición» tu le dices lo que le tienes que decir en privado y con palabras amables, en qué comportamiento no incurrir, qué caminos no recorrer, entonces te va a escuchar, va a tomar nota, e incluso puede que lo vea con buenos ojos, porque va a saber que viene de parte de alguien que realmente busca su bienestar, se preocupa por él y quiere lo mejor.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom.
Lic. Fernando Lapiduz.
Guía Espiritual y referente rabínico.
Comunidad Masorti Bet El, Madrid.