וְאַתָּה תְּצַוֶּה אֶת־בְּנֵי יִשְׂרָאֵל וְיִקְחוּ אֵלֶיךָ שֶׁמֶן זַיִת זָךְ כָּתִית לַמָּאוֹר לְהַעֲלֹת נֵר תָּמִיד׃
“Y tú habrás de ordenar a los hijos de Israel, y que te traigan aceite de olivas machacadas, puro, para el alumbrado, para encender el Ner Tamid”.
En el texto de la Torá, Moshe recibe la orden de pedirle al pueblo de Israel que recojan aceite de oliva puro para utilizarlo en el encendido de una “llama eterna” (Ner Tamid) en la Menorá del Mishkan.
Hoy en día no tenemos el Mishkan ni el Bet Hamikdash, ni tenemos la Menorá.
Nuestros sabios nos enseñan una correlación entre la Menorá sagrada del Mishkan, con sus siete brazos, y nuestro rostro.
Observa con atención tu propio rostro. Vas a poder apreciar que posees siete orificios, las “ventanas” de tu alma: los dos oídos, las dos fosas nasales, los dos ojos y la boca… como los siete brazos de la Menorá, así también tenemos en nuestro rostro siete orificios.
Y Moshe ordena al pueblo de Israel poner un aceite puro, “shemen zait zaj”. Dado que ese aceite producía el fuego que representaba la Presencia Divina, debía ser lo más puro, el mejor aceite, para que produzca el mejor fuego, la mejor luz.
Y esa orden del aceite puro para la Menorá en el Mishkan se aplica también a nuestras vidas. Si ingresas en ti aceite puro, entonces de ti va a salir la mejor luz.
¿Cómo ingresas aceite puro en esas “ventanas” de tu alma, para que salga lo mejor de ti como ofrenda? Tener cuidado con lo que escuchas, con lo que hueles, con lo que ves, con lo que comes y con lo que dices.
Cuida estos aspectos de ti. Cuídalos de quienes te rodean.
De esta manera construimos dentro de nosotros ese pequeño Mishkan, ese Santuario, que cada uno tiene en su ser y está llamado a sostener y embellecer.
De esa forma encendemos nuestra luz única y particular, lo que nos conforma, porque mi luz no es como tu luz y tu luz no es como la mía, porque cada uno ilumina según lo que vino a dar en este mundo. El motivo por el cual Ds nos bajó a esta realidad.
Con cariño y afecto te deseo mucha luz para este Shabat, que sea un Shabat de Shalom.
Rab. Fernando Lapiduz