Muchas veces, cuando conocemos a alguien, nos surge una inclinación involuntaria de buscar algún defecto en la otra persona, puede ser algo que me disguste en su discurso, en su apariencia, en su personalidad. Lo mismo nos sucede con situaciones nuevas que se presentan en nuestras vidas. Tratamos de adelantarnos y encontrar algo que pueda llegar a salir mal.
Y como seres humanos desarrollamos el hábito de prejuzgar, como un mecanismo de autodefensa, para poder estar siempre lejos de cualquier persona o situación que pueda llegar a incomodarnos o a presentar un supuesto peligro a nuestras vidas. Sin que nos demos cuenta vamos constantemente generando preconceptos, que nos alejan de personas nuevas y de situaciones nuevas. Y de esa manera dejamos de generar vínculos que pueden ser muy constructivos, dejamos de vivenciar experiencias que pueden ser muy positivas.
La Tora, en Parashát Shelaj, nos dice que cuando los israelitas estaban en el desierto, querían saber qué les esperaba en la Tierra Prometida y pidieron enviar Meraglim para espiar la tierra. Ds lo permitió y dijo que podían ir para “latur et haaretz”, “para explorar la tierra”. No para espiar, sino para explorar. Explorar es mucho más profundo que espiar.
Cuando regresan de su exploración de la tierra de Israel, dos de los doce hablan de manera positiva y los otros diez de manera negativa.
¿Por qué razón estos diez líderes de sus tribus hablaron mal de la tierra a su regreso?
Porque cuando fueron a conocer la tierra de Israel ya salieron con sus preconceptos, tenían una visión muy limitada y por eso, de todo lo que vieron sacaron solamente conclusiones negativas influenciadas por sus juicios previos.
“No podremos subir contra el pueblo, ya que es más fuerte que nosotros… La tierra en la cual hemos transitado por ella para explorarla, es tierra que se come a sus habitantes, y todo el pueblo que hemos visto en su seno, hombres de estatura son y ahí hemos visto a los Nefilím: los hijos de Hanák, descendientes de los Nefilím, aparecimos ante nuestros ojos como langostas, y así éramos ante los ojos de ellos.” (Bam. 13:32-33)
Ellos se vieron pequeños. Seguramente de esa manera se veían antes de salir de exploración. Quizás, quién sabe, no se propusieron, o no fueron capaces, de revertir el juicio previo que tenía cada uno de sí mismo. No nos debe sorprender esa actitud después de tantos años de esclavitud en Mitzraim. Puede ser que esta sea una de las causas por lo que era necesario un recambio generacional para conquistar Eretz Israel.
Ante las nuevas experiencias que se nos presentan en la vida, la Torá nos sugiere que seamos capaces de “explorar” (“latur”) sin juicios previos respecto a las situaciones que enfrentamos y en relación a nuestra actitud ante ella, ampliando nuestra visión y tratando de dejar de lado todos nuestros preconceptos.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom desde Jerusalén.
Fernando Lapiduz.
Congregación Masorti Bet El, Madrid, España.