Nacer dentro de la tribu de Levi, hablando espiritualmente, es como haber nacido dentro de la realeza. Koraj era de una familia tan influencial que su fecha de nacimiento está grabada en la Torá.
Viniendo de una familia con tanta influencia, Koraj lideró una rebelión contra Moisés por su posición como Sumo Sacerdote, la Keuná, que fue designada a su hermano Aharón. Koraj lideró la rebelión reclutando a Datán y Abirám, los enemigos empedernidos de Moisés y 250 hombres para ofrecer incienso, ketoret, para mostrar su dignidad para la posición. Dios proclama que hará saber a los rebeldes que está presente, por lo cual la tierra abre y traga los rebeldes y un incendio consume los que ofrecieron incienso.
La bronca de Koraj le impide ver un paso más allá. Le impide pensar cuál será su misión, qué es lo que él es capaz de ofrecer. Las polémicas aparecen constantemente, sin embargo, el tema es saber aprender de ellas y saber minimizarlas, si no evitarlas.
Koraj era muy sabio, pero no supo explotarlo y tampoco se confiaba en sí mismo. Se sintió obligado a desestimar a Moisés. Koraj no completó las tareas que le fueron asignadas, pero tampoco supo, buscar el espacio correcto para proponer aquellas que deseaba.
Una plaga subsecuente se evita por la ofrenda de incienso de Aharón y su bastón florece y trae almendras para mostrar que su designación como Sumo Sacerdote es consagrada.
En esta parashá, podemos apreciar el hecho de que uno no siempre está contento con la realidad, el “status quo”, por así decir. Consecuentemente, ocurre la rebelión y está liderada por Koraj, que tiene poder. Dios declara que Aharón será el Sumo Sacerdote. Eso representa un sistema donde Dios tiene la última palabra y la decisión final y sus hijos son los beneficiarios, aunque en este caso, más de 250 hombres estaban en contra de Moisés y por extensión, D-s. Hoy en día, tenemos la democracia donde se decide la mayoría y el líder representa a esa mayoría. Eso realmente va en contra de un valor fundamental del judaísmo que es compatible con la democracia; creer que todas las personas, no solamente los judíos, están creadas en la imagen del divino, por lo tanto, son dignos.
Sagiv Boniel
Coordinador de Marom Madrid