Parashat Ki Tisa nos enfrenta con el famoso, y a la vez problemático, episodio del Becerro de Oro. Cuando el Pueblo de Israel transgredió, Moshe estaba en el Monte Sinaí recibiendo la Torá. Entonces Ds le dijo: «Ve, desciende, ya que el pueblo que hiciste subir desde la tierra de Egipto, se ha corrompido y se ha desviado de la senda que Yo les había prescrito, y se hicieron un becerro de fundición, se prosternaron ante él, le ofrecieron sacrificios y dijeron: «¡Estos son tus ídolos Israel, los que te hicieron subir desde la tierra de Egipto!”.
Ds invitó inicialmente a Moshe a subir al Monte Sinaí para recibir las tablas con los Diez Mandamientos, pero El también lo «invita» en este momento a bajarse. Ds entiende que hay momentos en los cuales el líder debe estar arriba, en la cima de la montaña, en lo más alto para poder tener una visión macro de las cosas. Pero también hay momentos en que el líder debe estar abajo, con el pueblo.
Y así dice el Talmud en Brajot 32: “Rabí Elazar dijo: El Santo, Bendito sea, dijo a Moshe: Moshe, desciende de tu grandeza. ¿No es acaso por el bien de Israel, para que sirvas como emisario, que te concedí grandeza? Y ahora que Israel ha pecado, ¿por qué te necesito? No es necesario un emisario”.
El líder sin su pueblo, sin su gente, no tiene razón de ser. Existe un vínculo especial, inseparable entre el líder y el pueblo. El conductor no debe estar solamente arriba, un buen líder debe estar al lado de su congregación. Aquel que sabe estar al lado de su gente, o a los lados, atrás, adelante… pero no solamente arriba, ¡ese es el líder autentico!
Debe tener la claridad y la vocación para saber cuál es el momento en que no debe soltarle la mano a su gente.
Y eso es lo que Ds le enseña en este episodio a Moshe: ¡Ve y baja! Tu debes estar con el Pueblo de Israel en todo momento, pero especialmente cuando tu gente está atravesando una profunda crisis y necesita más que nunca la presencia física y espiritual de su líder.
Que Ds bendiga e ilumine a nuestros lideres. Y al mismo tiempo que extienda su bendición a todos nosotros para que podamos ser formadores y forjadores de nuevas generaciones de líderes que, en momentos de crisis, estén a la altura de las circunstancias.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom.
Fernando Lapiduz.
Referente Rabínico de la Congregación Masorti Bet-El, Madrid.