“Ocurrió que al expulsar Paró al pueblo (de Israel), no los condujo Ds por el camino de la tierra de los plishtim, que era mas cercano, pues había dicho Ds… Para que no se arrepienta el pueblo cuando vean guerra y vuelvan a Egipto. E hizo girar Ds al pueblo por el camino del desierto hacia el Mar de los Juncos.” (Shemot 13:17-18)
Por fin, luego de mas de 200 años de esclavitud, después de 10 plagas, el pueblo de Israel sale de Egipto. El comienzo de nuestra parashá nos relata el motivo por el cual debieron recorrer el camino mas largo. Ds sabe que, de pasar por el camino de los plishtim, iban a tener que enfrentar una guerra y no quería que el pueblo tenga miedo y decida regresar a Egipto. Entonces los envió por un camino más tranquilo y mas seguro, aunque más largo.
Sabemos que Ds puede hacer todo. Les demostró a esa generación que puede hacer grandes milagros, diez plagas, el quiebre del Iam Suf para que pasen por el medio, Ds puede hacer lo que quiera.
¿Por qué entonces no realizó un milagro muy sencillo? Un pequeño milagro más: que el pueblo de Israel vaya por el camino corto, a través de la tierra de los plishtim, pero hacerlos ganar la inevitable guerra. O que haga que esa guerra fuera, de alguna manera, evitable. O que el pueblo no tenga temor. O que no quisieran regresar a Egipto. Y así podría seguir intentando encontrar “soluciones” para que el pueblo de Israel no tenga que ir por el camino largo. Ds puede hacer todo, ¿cómo no pudo realizar algunas de estas, u otras, opciones?
Dice el Rambam: así es, Ds puede hacer todo, puede hacer milagros y cambiar la naturaleza, pero hay un tipo de milagro que aunque Ds sí puede realizar, nunca quiere hacerlo: cambiar la naturaleza del ser humano. Hacer que una persona que no tiene fe, se convierta “milagrosamente” en alguien de fe, ese tipo de milagros, Ds no lo hace. Hacer que una persona que tiene miedo, temor de luchar, de salir a la guerra, que se transforme en alguien sin ningún temor, esto Ds no lo hace.
Por lo tanto Ds no envía el Pueblo de Israel a través de la tierra de los plishtim, haciendo grandes milagros, sino que los envía por otro camino. En este camino el pueblo estará obligado a desarrollar nuevas, o mejores, herramientas de crecimiento, va a madurar, hasta que al final de los 40 años en el desierto, estará listo para entrar a la Tierra Prometida.
Ds nos otorga muchos milagros en nuestra vida, nos da la existencia, salud, familia, discernimiento… muchas cosas. Pero hay una cosa en la que Ds no va a intervenir: cómo somos nosotros como seres humanos.
Esto depende únicamente de cada uno.
Shabat Shalom,
Con cariño y afecto,
Rab Fernando Lapiduz,
Congregación Masorti Bet-El, Madrid.