Había un incendio en un gran bosque. Las llamas devoraban sin cesar y las columnas de humo ennegrecían el mediodía. Una pequeña ave, fue al río, recogió unas gotas en su pico y luego voló sobre el incendio dejando caer las gotitas sobre las llamas.
Estuvo en esa tarea buen rato, yendo y viniendo, del río al incendio y viceversa hasta que las aves más ancianas la llamaron al Concejo de Aves:
– Oye, ¿por qué estás haciendo eso? ¿Crees que con esas gotitas de agua puedas tú apagar un incendio de tales dimensiones? Date cuenta: No lo vas a lograr.
El ave humildemente contestó:
– No sé si lo lograré o no. Lo que sé es que el bosque me precisa, y si me quedo en casa viendo el incendio pasar sin hacer nada, nada habré hecho para detenerlo.
Las sabias entre las aves entendieron la idea de la pequeña y sagaz ave y comenzaron ellas también a volar entre el río y el incendio, haciendo su parte de bondad.
¿Cuántas veces nos limitamos por la magnitud de la tarea que tenemos por delante? ¿Cuántas veces desistimos antes de haber empezado?
El Pirkei Avot nos recuerda que no estamos obligados a finalizar la tarea, pero eso no nos libra de la obligación de comenzarla.
Las grandes cosas se consiguen cuando somos capaces de sumar pequeños pasos. No perdamos tiempo ni oportunidades, empecemos!!
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom y Jodesh Tov.
Lic. Fernando Lapiduz.
Guía Espiritual y Referente Rabínico
Congregación Masorti Bet-El, Madrid.