Esta es la segunda vez que me siento a escribir mi comentario sobre la parashá de esta semana. La primera vez que me senté fue el pasado lunes por la tarde. Me coloqué los auriculares y empecé a escribir sobre la particularidad de cada ser humano, en base al Sefer Bemidvar, el cual empezamos a leer esta semana. De pronto mi esposa me toca la espalda, casi me empuja. La miro y me está hablando a los gritos, nerviosa, no la oigo. Me quito los auriculares y escucho una sirena muy fuerte, que nunca había escuchado antes. Y la escucho a ella diciéndome “Bajemos! Es una sirena de misiles?”. No sabía que decir, no estaba preparado para ese momento. Apenas reaccioné a salir corriendo, agarrar en mis brazos a nuestra hija de siete y bajar por las escaleras hacia… ¿Adónde vamos? En mi edificio no hay refugio anti misiles. Nos escondimos debajo de la escalera, en la planta baja. Un vecino llegó, luego otro. De pronto, se oyó una explosión impresionante. Casi sentimos moverse el piso. El ruido de vidrios al estallar. Mas tarde nos enteramos que los terroristas habían lanzado misiles hacia Jerusalén, uno de ellos cayó muy cerca de nosotros.
Ese misil no se cobró ninguna vida. Pero estaba destinado a tomar una o dos o varias vidas.
Cada misil que se lanza a Israel persigue, mínimamente, una vida…
En el principio de Sefer Bemidvar Ds le ordena a Moshe realizar un censo, hay otros más en este Libro, de allí su nombre alternativo: Sefer Hapekudim (Libro de los Censos). Veremos que son los únicos censos permitidos en el Tanaj (mas adelante, cuando el rey David va a censar a sus soldados, recibirá por ello un castigo del Cielo).
A pesar de estos censos en la Torá, en la Tradición Judia está prohibido contar a la gente en forma directa. En el Tanaj vemos cómo los censos se realizaban a través de la donación de medio Shekel, la moneda del momento. Teniendo 10 shekels sabíamos que había 20 personas censadas.
Hoy en día, cuando queremos saber si tenemos Minian (quorum de diez personas para rezar juntos), no contamos a los individuos, y mucho menos los señalamos con el dedo! Hay diversos métodos para saber si somos (mínimamente) diez. El que más me gusta es recitar el pasuk 9 del Salmo 28 mirando a cada uno cuando digo una palabra: “Hoshia et ameja, uvarej et najlateja, urem venasem ad haolam”. Justo diez palabras.
¿Pero, qué tiene de malo contar a las personas? ¿Por qué habría de estar prohibido contar a la gente? Quizás porque las personas no son bienes que puedan ser contados, enumerados, poseídos, reducidos a un número. Eso lo han hecho con nosotros muchas veces en la Historia.
Yo no tengo dos hijos. Yo soy el padre orgulloso de Eliel y Shirli. Dos individuos únicos e irrepetibles con todas sus particularidades.
Yo no tengo 35 alumnos en mi clase. Soy el feliz maestro de 35 seres humanos, con sus sueños, sus dificultades, sus virtudes, sus historias de vida.
En nuestro tiempo, en nuestra sociedad, en donde las masas son moneda corriente, donde los números parecen importar más que las personas, la Torá nos recuerda que los seres humanos no se enumeran. No se suman, no se restan. Cada ser es un universo único e irrepetible. Por eso recuerda, cuando leas que lanzaron mil misiles a Israel, estaban destinados a silenciar a mil universos.
“Hoshia et ameja, uvarej et najlateja, urem venasem ad haolam”.
“Salva a tu Pueblo, bendice a tu heredad, levántalos y álzalos para siempre”
A la bendita memoria de las víctimas de los misiles terroristas, que sus almas únicas, irrepetibles, sean fuente de bendición y permanezcan unidas al Creador.
Somia Santosh 32, z”l
Nella Gurevitz 52 z”l
Khalil Awad 52 y su hija Nadine Awad 16 z”l
Leah Yom Tov 63 z”l
Sargento Omer Tabib 21 z”l
Ido Abigal (6 años) z”l
Quiera Ds que sean las últimas víctimas que tengamos que lamentar. Amen.
Shabat Shalom desde Jerusalén.
Fernando Lapiduz.
Congregación Masortí Bet-El, Madrid, España.