“Y el Eterno dijo a Abram: ve, ve…” Así comienza una de nuestras historias fundacionales. ¿A dónde ir? ¿A qué lugar? ¿A qué tierra?
En esa primera revelación, Dios le pide a Abraham que renuncie a todo lo que conocía: a su hogar, su patria y su familia. Deja de aferrarte al pasado y avanza hacia el futuro. Y, anticipando ansiosamente el futuro venidero, se pone en marcha.
Y he aquí, unos años más tarde, otro intento imposible. “Por favor, toma a tu único hijo… y ve”. Otra vez para irse, pero esta vez la instrucción es que renuncie a su futuro. De su simiente y de su casa, que recién han comenzado a formarse.
Ese mismo Abraham que dejó su pasado y su futuro, le quedó solamente estar en el presente. Hace tres semanas se borró el hogar y la patria de muchos. Se nos pidió que fuéramos como pueblo a una tierra desconocida.
Todavía no sabemos a dónde nos llevará el futuro. Ahora, tenemos que aprender de Abraham y estar en el presente. Dar lo mejor de nosotros y escuchar la Voz Divina que nos habla.
Rabino Yerach Meiersdorf
Marom Olami