Esta semana leemos Parashat Haazinu. Durante 31 capítulos, Moshé ha intentado de distintas maneras de instruir al pueblo, que entrará a la tierra sin su liderazgo y su presencia física, para que se comprometan a crear una sociedad que sea fiel al pacto que forjaron a los pies del Monte Sinaí.
Cuando prácticamente ha agotado todas las formas de comunicar su mensaje, recurre a un último recurso: la música. Existe un profundo componente espiritual en la música, ya que cuando el alma anhela lo trascendental, a menudo encuentra consuelo en ella. En la historia judía, éste ha sido un medio de expresión más común que la lectura.
Cantamos mientras rezamos y mientras leemos la Torá; creamos nigunnim, melodías sin palabras, para acercarnos a nuestro Creador. Aunque el mensaje no es tan optimista como en semanas anteriores, incluso los mensajes difíciles de digerir se suavizan cuando están acompañados de una melodía.
Al mismo tiempo, a pesar de sentir la urgencia de su mensaje, Moshé no quiere que esta sea su última interacción con el pueblo al que lideró durante cuarenta años. Su acto final será impartir bendiciones a cada tribu del pueblo.
Pero antes de hacerlo, siente la necesidad de resumir su mensaje profético de una manera que el pueblo pueda recordar siempre y que los inspire. Por eso, antes de otorgar la bendición final y les enseña una canción.
Rabino Mario Karpuj