Habló Adonai a Moshé diciendo: «Censad toda la congregación de los hijos de Israel, según sus clanes y sus casas, con enumeración de nombres…» (Bamidbar 1, 2).En esta parashá Bamidbar, leemos que D’s ordena a Moshé este censo, de todo varón de más de 20 años, «cabeza por cabeza». Poco después, una vez conocidos los números para cada tribu y familia, así como su disposición alrededor de la Tienda de Reunión, se vuelven a contar habiendo ya conformado su posición en el campamento. Sólo la Tribu de Leví se cuenta aparte .Y aquéllos que acompañaron en su salida de Egipto a los Israelitas pero que no formaban parte del Pueblo, no eran contados.
Los sabios del Talmud tratan de explicar las variadas ocasiones en las que se censa a los Hijos de Israel. Rashi comenta que ello sucedía en momentos importantes, como la salida de Egipto, o tras la construcción del Tabernáculo, y como expresión de su amor por ellos. Rashbam explica que contar ha de tener un propósito, como contribuir con medio shekel al Santuario, o asegurarse del tamaño de las fuerzas del ejército de las que se disponía. Es interesante el comentario de Ramban, quien destaca la importancia de contar «cabeza por cabeza», con sus nombres, de tal modo que cada persona era reconocida individualmente, y a la vez como perteneciente a su tribu, a su familia y con un lugar definido claramente en el Campamento. (Nos lo cuenta el Rabino Avraham Fischer).
Esta última lectura es la que más me llama la atención, cómo la Torá subraya el valor de cada uno de nosotros como personas independientes, con nuestros errores, obligaciones, responsabilidades y méritos, pero sin olvidar que nuestra persona existe y actúa también en relación con los demás, con el contexto, con la familia, con la tribu, con la humanidad y con D’s.
Recordemos todas estas facetas que nos conforman y la riqueza de detalles que intervienen en nuestro desarrollo a lo largo de nuestra vida, sintiéndonos afortunados y animados al ir descubriéndolas.
Un abrazo a todos.
Jana
Shlijat Tzibur