Está parasha habla acerca de la Menorá. Este elemento central del sagrado Templo de Jerusalen que se transformó en un símbolo del Pueblo Judío y del Estado de Israel.
Lo importante en la Menorá no es la forma que tiene, sino la llama, las luces, las velas de ella. Pues sabemos que la llama, el fuego, tiene características especiales: en primer lugar las llamas, cuando las encendemos, siempre tienden a ir hacia arriba, nunca vas a ver una llama hacia abajo. En segundo lugar la llama de una Menorá, de una vela, está constantemente en movimiento. Y en tercer lugar la llama cambia constantemente de color .
Creo que esos tres conceptos son fundamentales en el Judaísmo y en la vida de una persona: siempre hay que intentar subir, elevarnos. Una persona tiene que estar constantemente en movimiento así como lo está la llama de la Menorá. Y también una persona tiene que cambiar de color, no es lo ideal estar constantemente en el mismo lugar, estático en la vida, sin tener algún tipo de cambio en nuestros colores, en nuestros movimientos y en nuestros elevación.
Pero no solamente estas tres ideas podemos extraer de la llama de la Menorá, sino que hay también otro mensaje para nosotros.
La Menorá tiene una llama central, tres brazos de un lado y tres del otro, en total siete brazos.
Pero nos dicen nuestros Jajamim algo muy interesante: que las tres llamas del lado derecho y las tres llamas del lado izquierdo estaban siempre mirando hacia el centro, estaban inclinados hacia la vela del centro. De aquí podemos aprender que siempre tenemos que estar un poquito inclinados, que siempre tenemos que mirar al costado a nuestras familiares, a nuestros amigos, a nuestros seres queridos. En realidad, a toda la sociedad a nuestro alrededor.
Por un lado, realizar nuestro trabajo personal para elevarnos, estar en movimiento, pero al mismo tiempo “inclinarnos” el uno hacia el otro, estar siempre atentos a las necesidades de quienes nos rodean y nos constituyen.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom.
Rab Fernando Lapiduz.
Congregación Masorti Bet-El, Madrid.