En Parashá Nasó encontramos la bendición de los Cohanim, la misma que dedicamos a nuestros hijos cada viernes por la noche al regresar del Kabalat Shabat en el Bet Hakneset: “El Eterno te bendiga y te guarde. Haga el Eterno resplandecer Su rostro sobre ti, y te dé gracia. Alce el Eterno Su rostro hacia ti y te conceda la paz…”. (Bamidbar 6:22).
Estas mismas palabras integran la bendición que aún hoy dedican los Cohanim para bendecir a la Congregación.
Como sabemos, antes de cumplir cualquier mitzvá que nos ha sido prescrita debemos bendecir previamente. En este caso los Cohanim anteceden su propia bendición hacia la Comunidad con la siguiente: “Bendito eres Tú Ad-nai, Ds nuestro, que nos santificó con la santidad de Aharón y nos ordenó bendecir a Su pueblo Israel con amor”.
Llama la atención que dicha brajá ordene bendecir con amor. ¿Acaso no debemos cumplir con los preceptos con amor? Entonces, ¿por que en el Bircat Cohanim se especifica la necesidad de amor en el cumplimiento de esta mitzva?
Dice el Talmud: “no se le da la copa de bendición, sino sólo aquél que tiene generosidad es quien bendice”. Nuestros Sabios entienden que esta brajá únicamente tiene valor si se expresa con amor.
Se dice que una bendición recae según la kavaná, la intención de quien bendice. Este aspecto no se relaciona solamente con esta específica bendición. Podríamos aprovechar esta enseñanza para incorporar este concepto en nuestra vida cotidiana. En nuestro vínculo con nuestros semejantes, solo aquel que dirige sus bendiciones, sus palabras, y por ende, sus pensamientos hacia el prójimo, y lo hace desde el corazón, con amor profundo y sincero, logrará hacer de su vida una constante fuente de bendición.
Quiera Ds que siempre salgan de nuestras bocas bendiciones y palabras como miel, que sean inspiración y refugio para quienes necesiten de nuestro sostén y aliento.
Quiera Ds que este sea el camino que inculquemos a nuestros hijos a través de nuestra propia bendición hacia ellos.
Con cariño y afecto.
Shabat Shalom.
Rab Fernando Lapiduz.
Congregación Masorti Bet-El, Madrid.