Albert Einstein decía “Educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única manera”.
Nuestra Parashá Vaietzé nos cuenta que Iakov llega a Jaran, conoce a Rajel y se quiere casar con ella. Trabaja siete años por Rajel, pero en el día de la boda se la cambian por su hermana Lea.
El Midrash Tanjuma dice que cuando Yakov se dio cuenta que Lea lo engañó y se hizo pasar por Rajel, le reclamó ¿por qué me engañaste? Y Lea le dice: “tú le hiciste lo mismo a tu padre, lo engañaste y le dijiste que eras Esav para quitarle la braja”.
Muchas veces nos pasa que cuando le hacemos algo a alguien encontramos todos los motivos para justificar esta acción. Pero cuando nos hacen eso mismo a nosotros olvidamos todas las justificaciones, nos enojamos y nos colocamos rápidamente en el papel de “víctimas”.
No importan las justificaciones que tengan, los hijos ven y aprenden de lo que ven.
Sabemos que los niños aprenden por imitación, y los primeros a los que copian en sus acciones y actitudes son a los padres, y a los familiares que les rodean.
Los padres, aunque no nos demos cuenta, servimos de ejemplo a nuestros hijos todos los días con nuestra conducta, por encima de nuestras palabras y discursos.
Si nuestros hijos notan que mentimos a menudo o que somos poco solidarios, seguirán nuestro ejemplo. Por el contrario, si somos amables, considerados y tratamos a los otros con respeto habrá una alta probabilidad que continúen, en el mismo sentido, nuestros pasos.
Aunque les hagamos recomendaciones verbales acerca de cómo nos gustaría que se comportasen, ellos principalmente se fijarán en nuestro comportamiento e imitarán. Y por eso los hijos de Yakov también engañaron a su padre y le mintieron sobre la venta de su hermano Yosef.
Con cariño y afecto,
Shabat Shalom,
Fernando Lapiduz
Guía Espiritual y referente rabínico.
Comunidad Masorti Bet El, Madrid.