“En lugar del Maguen David, el símbolo del Pueblo Judío podría haber sido perfectamente el signo de pregunta” (Rudy, humorista argentino)
Uno de los rasgos comunes del Judaísmo, que abarca a creyentes y no creyentes, es el derecho a la pregunta, a la duda; el rechazo a la respuesta dogmática, cerrada y definitiva, al adueñarse de la verdad. Desde tiempos muy antiguos, nuestros Jajamim incentivaron a adoptar una actitud proactiva ante la duda y la ignorancia.
La Mishná coloca en el centro de la escena a la pregunta por sí misma. Y no es la primera que lo hace: “Lo habaishan lomed, velo hakapdan melamed”, una persona demasiado estricta e impaciente no puede enseñar y una persona demasiado vacilante, temerosa y vergonzosa no puede aprender.
También el Talmud en Masejet Brajot nos dice “Quien se ata la boca (por miedo a preguntar) acabará por ponerse la mano sobre la boca (es decir, se callará por ignorante)”
Si consideramos al Talmud como la espina dorsal de la Tradición Judía, perfectamente podemos afirmar que la pregunta es, a su vez, la espina dorsal del Talmud. Prácticamente, la mayor parte de la estructura de la gigantesca obra de la Torá Oral está construida alrededor de la pregunta.
Pesaj es una de las Festividades más queridas y esperadas. Aquí en Israel los días previos se viven con una velocidad y un frenesí que solo se pueden comparar a la previa de los Iamim Noraim. Todos corren (corremos!) para la última limpieza, las ultimas compras, para que todo este listo y preparado para recibirla como se merece. Como merecemos.
Pesaj es Zman Jeruteinu, el Tiempo de nuestra Libertad, Jag ha’Aviv, la Fiesta de la Primavera, Jag ha’Matzot, de la Matzá… pero también es la Fiesta de la Familia por excelencia. Es una celebración que nos transporta a los recuerdos más tempranos y profundos de nuestra existencia: la mesa del Seder en familia. A diferencia de Sucot, en que salimos de nuestros hogares para habitar en la Suca (o convertimos la Suca en nuestro hogar exterior), Pesaj es vivida dentro de la casa, en el hogar, con la familia. Y el momento central de esta vivencia es el Seder, que no empieza con grandes discursos, sino con cuatro simples preguntas de los niños: “Ma Nishtana Halaila hazé…”.
Las preguntas son la base de la Libertad. Un esclavo no puede hacer preguntas (pensemos en el mas amplio de los conceptos de “esclavitud”). Quién no puede expandir su mente, al estar esclavizado, no tiene la capacidad de preguntar. Debemos percibirnos como libres para poder preguntar.
O a la inversa, debemos preguntar para alcanzar la libertad. Las preguntas nos sacan de nuestro rol pasivo y nos transforman en activos, en protagonistas de nuestra propia vida.
Pesaj podría ser llamada Jag ha’Sheilot, la Fiesta de las Preguntas.
Te deseo a ti y a tu familia que seamos iluminados y bendecidos para hacer esas preguntas que nunca nos animamos a formular. Detras de ella, del mero hecho de hacerla voz, descubriremos seguramente un universo inesperado y maravilloso.
Te deseo que tengas el coraje para ayudar al “hijo que no sabe preguntar” a articular esa duda que habita en su interior. Seguramente es también tu pregunta.
Te deseo de corazón que seas tú y nadie mas que tú el activo protagonista del recorrido por los desiertos que elijas atravesar.
Te deseo a ti y a los tuyos Pesaj Casher ve Sameaj, con salud, en familia.
Con cariño y afecto.
Fernando Lapiduz.
Referente Rabínico de la Congregación Masorti Bet-El, Madrid.